13 de junio de 2009

Visita al Algarve

Que cerquita tenemos Portugal y que poco lo conocemos. A mi me fascina cada vez que voy y aunque esta no es mi zona favorita es un destino fantástico para los que quieran mezclar turismo de playa, gastronómico y cultural.






Nada más entrar por el Puente del Guadiana tenemos Castro Marim. La sensación que me da es de haber retrocedido 30 años, las casas, los bares, las tiendas, como las de mi más remota infancia, es un ambiente que me encanta, pasear por sus calles y visitar sus grandes iglasias. Pero si algo tiene espectacular Castro Marim es sus fortalezas. En el centro vigilando la ciudad un castillo medieval semi-restaurado con unas vistas impresionantes, lo hace más enigmático si os habeis leido el libro la Hermandad de la Sábana Santa, donde cuenta que este es el castillo templario donde trasladaron la sábana cuando la orden fue proscrita en Francia, historia para hacer volar la imaginación. Al otro lado de la ciudad la fortaleza de San Sebastián del siglo 17, menos enigmática pero igual de bonita.

De ahí en 5 minutos estás en Villa Real de San Antonio, que durante muchos años y hasta que se hizo el puente en 1991, fue la entrada del Algarve desde España via ferry. Me esperaba un pueblo muerto pero nada más lejos de la realidad, sus famoso mercadillo (sobre todo de toallas) está igual de vivo que siempre, cientos de personas abarrotaban sus calles. Merece la pena pasear por el muelle con esos edificios coloniales y acercarse a la desembocadura del Guadiana.



El siguiente pueblo es Montegordo, aquí pasamos de mediados del siglo XX, al más moderno siglo XXI, playas muy preparadas (mejor que las de mi querida Huelva), hoteles supermodernos, restaurantes, tiendas, todo tipo de servicios, para los que de verdad quieran unas vacaciones "tipo caribe" pero más cerquita. Espectacular Praia Verde y Arturas, donde degustamos de una mariscada (Cataplana) de lo mejor que he comido en mi vida y a muy buen precio. Esto no es la Portugal tan barata de hace años (sobre todo esta zona tan turística), pero hay cosas con muchos mejores precios que en España.

Para terminar el día nos fuimos a tomar el café a Tavira. Tavira es muy conocida por su Isla, con unas playas fantásticas (donde por cierto nunca he estado), pero yo me quedo con su casco histórico, su fortaleza, su iglesia (creo que se llama de Santa Maria), su Pousada (o parador) y sus restos romanos, pasear por las orillas del canal que lo cruza merece la pena.




Y aquí nos quedamos, el día ya no daba para más, lo mejor de todo es que en cada viaje se me quedan cosas pendientes por hacer, es la excusa que siempre tengo para volver, aunque la próxima vez intentaré llegar un poco más lejos, estoy deseando volver al cabo San Vicente, fue uno de mis primeros viajes con Marga hace ya casi 15 años.

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