27 de marzo de 2018

Esquiando en los Alpes Italianos Invierno 2018


Este viaje, ha sido como tachar una línea de la esa lista de “cosas que hacer en tu vida” que todos hemos pensado alguna vez. Desde luego esquiar en los Alpes estaba en mi lista, y no es que tenga un mérito muy especial, pero es algo que siempre recordaremos una y otra vez a lo largo de nuestras vidas, si, “yo he esquiado en los Alpes”.

Así que el viernes 23 de febrero y tras despedirnos de nuestras peques cogimos un avión a Bérgamo. Llegamos sobre las 11 de la noche, y ahora vino la película del viaje, no me voy a extender, sólo diré que las casas de alquiler de coche a veces se tendrían que plantear su forma de actuar, solo hay que ver los miles de comentarios negativos que circulan por distintos foros. Bueno, nos costó 1h, 4 visitas al mostrador y cambio de coche a uno de menos categoría, el poder salir del Aeropuerto. Eso hizo que no llegáramos hasta la 1 de la mañana a Castro en el Lago Isseo. Al menos allí nos llevamos la primera grata sorpresa del viaje, una apartamento muy grande y muy chulo en el que pasaríamos el fin de semana.


El sábado decidimos no darnos el gran madrugón que teníamos pensado, y nos levantamos a eso de las 8, desayunamos y pusimos rumbo a la pista de esquí del Passo del Tonale. Le habíamos dado muchas vueltas a donde ir, desde Bérgamo las más cercanas están junto al lago Isseo, pero son pequeñas, si hace1h de coche puedes llegar a Aprica o al Passo del Tonale que ya es otra cosa. Ya por el camino te dabas cuenta que entrabas en plenos Alpes, desvío al Mortirolo, desvío al Gavia, míticos puertos del Giro, aquí se respira montaña en estado puro.



El Passo del Tonale es una pista de esquí con 3 zonas. Los pueblos de Temú, Ponte di Legno y la zona del Passo. Nosotros fuimos a la tercera que es la más lejana y la más alta (1800m). La verdad que podíamos haber parado en el pueblo y coger un telecabina, evitando subir al puerto en coche, pero el tiempo estaba genial, sol y temperatura muy agradable, así que no nos dio miedo subir, había muy pocas probabilidades que nevase y tuviésemos problema en la bajada. A las 10 estábamos en el puerto y en apenas 15min habíamos alquilado esquís y comprado el forfait, el mismo sistema que en España, además rápido y muy poca gente.



Las pistas una pasada, 100Kms, no paramos, remonte arriba, remonte abajo, primero por la zona del Passo, allí nos atrevimos, no sé si sin querer con una pista negra, de allí a la parte alta de la zona norte a mas de 2500mtrs, donde hicimos una breve parada, vaya calor, esto no sé si es normal aquí. Bajamos a ponte di Legno y volvimos a probar una zona de experto, mezcla entre negras y rojas, aquí al estar más bajo esquías entre bosques, lo que te da una sensación diferente a lo que estamos acostumbrados. Y así todo el día sin parar, sólo nos falto ir a Temú (que creo que no merece la pena), y la parte alta de la zona sur, es la más alta, a 3000m, pero sólo la puedes bajar por una pista negra muy larga, y ya no nos atrevimos.



A eso de las cuatro, después de casi 6 horas estábamos reventados, así que decidimos parar antes que las piernas ya no nos respondiesen, cogimos el coche y sobre las 8, estábamos en el pueblo, duchaditos y tomándonos nuestro Aperol Spritz. Después una cena, en un restaurante junto al apartamento, para evitar coger el coche, que la verdad estuvo muy bien. Es un sitio que se llena de gente del pueblo, y evidentemente al ser sábado no había mesa, pero como estábamos en el apartamento del dueño del restaurante nos hizo un hueco y nos invitó a una copita mientras esperábamos.


Sabíamos que el domingo el tiempo empeoraba, venía una tormenta siberiana, el monstruo. Ese nombre era como para que nos preocupáramos, ¿llegaríamos al aeropuerto? Saldría el avión?. A las 5 de la mañana se escuchaba caer nieve, pero al despertar vimos que no era para tanto, las carreteras parecían despejada y nevaba muy débilmente. Así que decidimos bordear el lago Isseo y no ir directo a Bérgamo. Quizás no es el más espectacular de los grandes lagos italianos, pero es un lago bonito, al pie de las montañas, con pequeños pueblos, lo afea la cantidad de zonas industriales que hay, pero bueno, el progreso debe llegar a todos lados.  Merece la pena bordearlo tranquilamente, disfrutando de las vistas y la carretera, y parar en algún pueblo. Nosotros sólo paramos en Predore, es un pueblo bonito, con varias iglesias y unas termas romanas, una pena que estuviese casi todo cerrado.


Y a Bérgamo, allí ya nevaba algo más fuerte. Paramos en la ciudad baja y decidimos subir andando a la alta. Bérgamo es una ciudad muy bonita. La zona alta es un laberinto de calles lleno de tiendas, restaurante y gente. Destaca el pequeño castillo de la roca, con unas vistas impresionante a las montañas y al resto de la ciudad, y Santa María la Maggiore, la iglesia es espectacular, me recuerda a mucha de las que vimos en roma, estaban dando misa y no dejaban entrar a los turista, no sé porqué me puse a hablar con el cura que había en la puerta, medio español medio italiano, y me dijo, entra pero no estés dando vueltas. Mereció mucho la pena. Además, es una zona llena de palacios y museos. Hace unos años estuvimos cenando una noche en Bérgamo y apenas nos dimos cuenta de la cantidad de cosas que tiene esta ciudad, y lo que nos queda, de la parte baja no vimos nada, siempre hay una excusa para volver.

Y poco más, que el avión sólo se retrasó una horita con la nieve, y a eso de las 9 de la noche estábamos en casa con las peques. Ha sido un viaje increíble, lo hemos pasado genial, hemos visto muchas cosas nuevas en una zona que hemos visitado ya por lo menos cuatro veces y aún así estamos deseando volver, y como decía al principio hemos tachado una de las “cosas que hace durante nuestra vida”, si, hemos esquiado en los Alpes.