12 de abril de 2010

Belgica y Holanda: Un viaje bajo el nivel del mar. Parte II

Día 4: Domingo 14: Entre Amberes y Ámsterdam

Tras la rutina de siempre nos despedimos de Bélgica y pusimos Rumbo a Holanda, nuestra primera parada Vlissingen a donde llegamos a través de un túnel de varios Kms (y único peaje que cogimos), que atravesaba el gran canal de Westerschelder, el mismo que luego pasa por Amberes.

Los pueblos en Holanda son otra historia, pasamos de la monumentalidad a lo pintoresco. Son pueblos donde se respira la tranquilidad, la paz, Vlissingen en concreto es un pueblo costero muy apacible y bonito, de esos de pasear, pero es que hacía tanto frío que lo nuestro fue una visita fugaz. Y de ahí a recorrernos la costa camino de Rotterdam. La costa Holandesa en un continuo de diques y exclusas, ves el mar a un lado y la tierra más baja al otro, te da que pensar, si esto revienta adiós Holanda. La verdad es que es un paisaje muy curioso que merece la pena recorrerlo con tranquilidad, y aunque no es nada turístico, ni creo que merezca la pena ir a verlo expresamente, si te coge de paso no está de más recorrer el puerto de Rotterdam (Europoort) creo que es el mayor de Europa y uno de los mayores del mundo y te das cuenta lo que supone este puerto para que el comercio en Europa funcione, con razón Holanda es un país tan rico se han quedado con la distribución de media Europa.

Nuestro destino final era Delft así que lo pusimos en el GPS, Marga me decía nos lleva directo al canal y en el mapa no se ve túnel ni puente nos lleva directo a un Ferry, anda ya!! Eso no puede ser y si viajas de noche??..cuando llegamos a 100metros del canal, dice la muchacha del GPS…..”embarque en Ferry”..no me lo podía creer, vaya mierda de GPS..anda dame el mapa, lo dicho, en menos de 30 min estábamos en Delft, sin GPS ni nada por el estilo.

Delft es una ciudad al estilo Belga, con su Grotten Mark, su ayuntamiento y catedral muy bonitos y sus calles aledañas llena de monumentos, pero yo sólo me voy a quedar con un recuerdo de Delft, y fue que llegamos 10 minutos más tarde al coche de lo que habíamos echado en el parquímetro, y si, esta vez no es virtual, había una gorda rubia vestida de policía (supongo que era policía) con cara de mala leche poniéndome una multa. Por mucho que le insistía a su compañero (el hermano gemelo de Morgan Freeman) (poli bueno) no convenció a su antipática compañera (poli malo) que me quitara la multa…en fin que o le pagaba 45€ en el acto o me mandaba una multa de 53€…obviamente le dije que se la iba a pagar su padre (en perfecto castellano esta vez para que no me entendiese), supongo que algún día se la pasarán a Hertz y ellos me la pasarán a mi…es con lo que me quedo de Delft, que se metan los 53€ donde les quepan y ojalá pongas muchas multas a los turistas y la gorda sea la responsable de la mala fama de su pueblo.

Con el mosqueo pusimos rumbo a Amsterdam donde llegamos a media tarde. Amsterdam es otro mundo, es una ciudad con mucha más vida, bulliciosa, cosmopolita, con las ventajas e inconvenientes que esto trae. Lo primero que ves en las afueras es una infinidad de edificio muy altos de corte muy moderno (bastante chulos) en cada uno de los cuales hay una multinacional a cual más conocida. Te das cuenta que Amsterdam además de por todo lo que se la conoce es un centro de negocios impresionante. Conforme te vas acercando al centro los grandes edificios van dando paso a otros mucho más bajos y clásico, algo así cómo el estilo Victoriano de Londres.

Lo primero dejar las maletas en el Hotel y volvemos a la pesadilla de siempre, el aparcar. El 100% de las calles de Amsterdam son de pago (3€ la hora, casi nada), por suerte era domingo (día libre de pago en esta ciudad) y pudimos dejar el coche en la puerta del hotel. Allí nos explicaron que la mejor opción era ir a las afueras, al antiguo estadio olímpico), donde hay un gran parking subterráneo, por 6€ al día tienes parking y 2 billetes de tranvía ida y vuelta, la opción era fantástica y la pusimos en práctica la mañana siguiente.

Y así empezó nuestro periplo por Amsterdam. Lo primero que te llama la atención de la ciudad son las bicis, si creía que había visto ciudades orientadas al uso de la bici comparadas con Amsterdam se quedan en pañales, da igual si te gusta o las odias te va a impresionar, las aceras no hay ni un solo sitio donde no haya amarrada varias bicis, cientos de parkings orientados a las bicis, talleres, casas de alquiler, es el mundo de las bicis, a cual más mala y más fea pero aquí la bici no es un deporte es un medio de locomoción, casi un estilo de vida.

La ciudad tiene digamos un núcleo central rodeado por tres canales principales, sin duda las calles semicirculares en las que están estos canales son lo más bonito de la ciudad. Edificios muy bonitos en un entorno idílico, además en el canal más central descubrimos el mercado de las flores que lo hace más pintoresco. En el centro está la plaza principal, fue lo primero que buscamos creyendo que iba a ser como las de Bélgica y…bueno es bulliciosa, con vida, cosmopolita…y a ver que adjetivos más se me ocurre, como cuando le dices a una madre que su niño es gracioso, vamos que es fea de c*** y encina la fachada del palacio real estaba tapada por obras. Detrás de la plaza la famosa estación central, esto si es un edificio muy bonito cuyo movimiento llega a impresionar, lástima que también tuviese todo su entrada en obras.

Y justo al lado el famoso barrio Rojo o barrio chino. Nosotros entramos cuando estaba oscureciendo y te impresiona, sus calles llenas de luces de color rojizo con las famosísimas en los escaparates prostitutas y sus coffe shops, todo orientado hacia el mundo del sexo, al día siguiente lo vimos con la luz del día y no es lo mismo, muy recomendable la visita por la noche, pero con cuidado sin salirse de las calles principales a altas horas. Tras una buena cena en un tailandés nos fuimos al hotel el día había sido muy largo.

Día 5: Lunes 15: Ámsterdam

Tras dejar el coche en el estadio, por cierto es el estadio que se construyó para las olimpiadas de hace por lo menos 100 años y es visitable, muy bonito, en 30 minutos un tranvía nos había dejado en el centro. Nueva visita al barrio rojo y al judío (nada especial) y pensamos y si alquilamos una bici?? Dicho y hecho, es la mejor forma de ver la ciudad, te recorres los canales muy cómodo y rápido, sólo tienes que tener un poco de cuidado, el deporte nacional es robar bicis.

En tres horas de bici te recorres casi toda la ciudad, volvimos al centro, al barrio rojo, recorrimos los canales por la zona este, visitando el barrio del Jordaan o de los artesanos y hasta nos dio tiempo a recorrer el Vondelpark, que no es tan grande cómo Hyde Park pero es un buen pulmón para la ciudad, lo más gracioso cuando Marga me dijo que si quería aprender inglés tenía que hablar en inglés, que le diese las indicaciones de giro en inglés, vale y cuando arrancamos le digo turn right, y sigue de frente..donde vas?? Ah es que no estaba prestando atención, más vale que sigamos en castellano.

http://www.youtube.com/watch?v=jIsPhx8lElE

Cómo estaba empezando a llover, vaya con la suerte que habíamos tenido, soltamos las bicis y decidimos ir a ver un museo. Principalmente teníamos 2 opciones, o el Riksmuseum con una buena representación del arte Holandés, donde destaca sobre todo los Rembrandts o el museo Van Gogh, sin duda el segundo. El museo está bien, es pequeñito y tiene una colección muy apañá de Van Goghs, impresionan los Lirios y los girasoles (una de las versiones que hizo), pero por desgracia tenían en restauración la famosa habitación y la silla, una pena, que se compensaban porque en las salas temporales había una gran exposición de Gauguin su amigo del alma y quien sabe si algo más. Creo que merece la pena pero es un poco caro 33€ los 2 tickets y una audioguía, más caros que todos los museos que visitamos en Londres juntos (claro que allí son gratis).

Cuando salimos no paraba de llover, pero teníamos que ir al mercado de las flores a comprar tulipanes, así que 30 minutos andando bajo la lluvia hacia el centro y otros 30 minutos hacia la zona de los museos de nuevo donde habíamos visto una zona de restaurantes, aquí acuñamos la segunda gran frase del viaje, eres más inútil que un paraguas de propaganda, 5 minutos tardó en quedar totalmente destrozado el paraguas de Santa Lucía lo agarrábamos por las varillas como podíamos para taparnos un poco. La mejor opción ir parando en los pubs a tomar cervecitas hasta que dimos con un sitio que nos pareció curioso y acertamos, muy buena comida la que nos pegamos.

Cuando salimos del Restaurante eran casi las 11 de la noche y no paraba de llover, 15 minutos más bajo el cacho de paraguas que estaba vivo hasta llegar al hotel, no sé si por el vino y las cervezas no parábamos de reírnos, el colmo fue, cuando una racha de viento se llevó el gorro de Marga y salió corriendo toda la calle abajo hasta que lo cogió dando un pisotón y encima soltó literalmente el paraguas que no salió volando porque yo lo tenía cogido por una varilla, que quieres me dijo, el gorro vale mucho más que el paraguas, y tanto porque el paraguas lo dejamos en la ducha del hotel. Supongo que quien se lo encontrase pensaría vaya chollo, si, valla chollo hasta que lo utilizase.

Día 6: Martes 16: El regreso

A la mañana siguiente la lluvia había cesado y se ve que tendríamos buen tiempo nuestro último día. Nos levantamos a las 8 y antes de las 9 habíamos recogido el coche del estadio olímpico poniendo rumbo a Merken. Esto ya es otra historia, en a penas 15 minutos el bullicio de Ámsterdam iba dando paso poco a poco a un paisaje rural donde se respiraba calma y tranquilidad. No sé si será que me estoy haciendo viejo pero sentí como un alivio cuando dejé el coche en un merendero y empecé a pasear por la lengua de tierra que une Merken con el resto de Holanda.

Y es que Merken es como una isla situada en el gran lago o pantano que es el centro de Holanda, unido a tierra firme por una carrera que bien merece un paseo, es un pueblo precioso, muy turístico pero que un lunes de Marzo estaba casi vacío, eso si tiene el gran problema de todos los pueblos del Benelux, el aparcamiento. La única opción es dejar el coche en la entrada del pueblo pagando casi 6€ (estés el tiempo que estés), cómo apenas teníamos tiempo nos pareció excesivo y decidimos ver sólo las afueras y poner rumbo a Voledam.

Voledam es casi su hermana mayor, situada en tierra firme a muy pocos kilómetros. Nos costó encontrar un sitio donde creíamos que estaba permitido aparcar (creo que esta vez no nos equivocamos), y ya con tranquilidad hicimos una visita al pueblo. Precioso, para mi, de lo mejorcito del viaje era para llevarse horas y horas paseando por sus bonitas calles, pero apenas teníamos tiempo de un café y una visita fugaz. De ahí directo al Aeropuerto, no sin antes poder ver la Holanda más rural, un país totalmente canalizado, muy diferente a las zonas rurales de España, es algo que se ve en el ambiente, el campo no es sinónimo de atraso, si no de modernidad, y no antes sin atravesar el gran lago por uno de los 2 diques, el más pequeño de sólo 35Kms, casi nada, una obra de ingeniería impresionante, con varias exclusas y una canal aéreo donde los barcos pasan por encima, como por un puente.

Y para casa, complicado hacer un resumen en dos líneas, la monumentalidad de las ciudades belgas, la paz de las zonas rurales y los pueblos Holandeses, el bullicio de Ámsterdam, todo conjuntamente forman un gran viaje que merece muchísimo la pena. Cómo siempre dice Marga al final de los viajes, si quieres saber cuanto te ha gustado sólo tienes que pensar en las ganas que tienes de volver y sin duda algún día volveremos.