27 de agosto de 2019

Viaje Dolomitas 2019. Parte 1: Venecia y Paso del Passubio



Ya hace casi un año que teníamos decidido el viaje de este verano, teníamos muchas ganas de ir a los Dolomitas, a esto le íbamos a sumar una pequeña vista a Venecia, Cristina quería ver esa ciudad de la que tanto le habíamos hablado, en la que no había calles sino ríos, no había coches sino barcos y no había pasos de cebra sino puentes. Así que el domingo 4 hicimos nuestro ritual, coche al aeropuerto, avión hasta Verona, alquiler de coche y viajecito hasta Vicenza que donde estaba nuestro hotel, que pesadez, a ver cuando mejoran lo de las esperas en el aeropuerto. Lo bueno es que para ellas era toda una aventura y estaban muy emocionadas de volver a coger un avión.


En Vicenza el primer día nos levantamos tempranitos y fuimos a la estación de tren, barato y rápido, por 6€ en 45min estábamos en la estación de Santa Luzia, la entrada de Venecia. La primera impresión es impactante, el gran canal, repleto de edificios históricos y precisos, la iglesias de Maria de Nazareth y San Simeon y el puente de Scalzi, de los pocos que cruzan el canal, un espectáculo.

Lo malo es que allí es donde llega todo el mundo,  así que las colas para coger un Vaporeto eran inmensas, 7.5€ por llegar a San Marcos, vaya tela, menos mal que los niños no pagan. Nos metimos como pudimos en uno para no perder tiempo, la verdad que no es el viaje idílico que te imaginas, apretados, con calor y para colmo cuando hizo la primera parada me dio la impresión que nos habíamos equivocado de sentido, así que fuimos como pudimos hasta la zona de proa para preguntar, ufu falsa alarma, íbamos bien, lo positivo es que aquí había menos gente y se estaba más fresquito, por lo que pudimos disfrutar del resto del viaje.

Recorrer el gran canal es una pasada, Venecia es bonita en su totalidad, mires hacia donde mires, lo mejor sin duda es cuando pasas por debajo del puente de Rialto, lástima que con la cantidad de gente que había fuese difícil hacer fotos con algo de perspectiva, quizás sea un tópico, pero desde luego hay que estar allí para verlo. Tras el paseíto desembarcamos en San Marcos, sin duda la joya de Venecia, la paza, la catedra, el palacio ducal, todo concentrando en muy poco espacio, lo disfrutamos paseando viéndolo desde todas las perspectivas posibles a cual mejor. No tenía intención en entrar en ningún sitio, Marga y yo ya habíamos entrado anteriormente en todos los edificios y las niñas disfrutaban más jugando con las palomas que viendo monumentos. Pero Martina se empeñó en entrar en la catedra y hizo hacer la cola al sol mientras ellas seguían a lo suyo, no sé de donde le viene a esta niña la afición a las iglesias, bueno si, de mi madre.

La verdad que para quien no lo haya visto la catedral es visita obligada, es muy oscura y parece una iglesia ortodoxa mas que católica, pero sin duda es preciosa. Es gratis entrar, aunque dentro tiene pequeños museos que hay que pagarlos, no está mal, cada cual que escoja lo que le guste y pague por lo que quiera ver. La putada fue justo cuando fui a entrar, que no dejan pasar mochilas y hay que ir al quito pino a dejarla en una consigna, podían haber avisado al principio de la cola, ahh y que no te dejan entrar con los hombros descubiertos, así que 2€ por un cacho de tela para tapar los de Marga.

Tras la visita a San Marcos nos salimos un poco de la plaza para buscar un sitio para comer, mejor no comáis en la plaza, pero bueno para eso tenemos el tripadvisor, otro gran descubrimiento. Pizza rápida y a continuar el camino. La verdad que Venecia tiene miles de cosas, quizás algún día vuelva a ver el Lido, la zona de la academia o Murano. Pero nuestra mejor opción es el paseo que hay de San Marcos hasta la estación, es decir deshacer lo que habíamos hecho en el Vapporeto, es una larga caminata, está indicada y es preciosa, continuamente cruzas puentes y ves cientos de rincones idílicos. En este camino descubrimos lo más caro de Venecia, hacer pipí, hay varios aseos públicos que te cobran 1,5€ por personas, 6€ por hacer pipí los 4, menos mal que le dijimos que sólo eran las niñas  y nosotros entramos a acompañarlas 😉, desde luego te sale rentable entrar en una heladería y pedir algo.
A medio camino llegas a Rialto, para mi la mejor zona, es puente es precioso, por fuera y por dentro, lo recorrimos por todos lados y justo pasándolo hay un mercado muy chulo para hacer alguna compra, además a la espalda del mercado hay una plaza muy bonita donde paramos a tomar nuestro primer Spritz, exactamente en el mismo sitio que paramos hace ya más de 10 años en nuestra anterior visita, una parada con vistas al Gran Canal donde disfrutas de una excepcionales vistas, además las niñas se entretuvieron en meterse en el canal, que había inundado media plaza.

De allí continuamos tranquilamente nuestro camino, hasta llegar a la estación y tren de vuelta. En la estación la anécdota del día justo cuando estábamos en le tren Marga miró el número y dijo nos hemos equivocado, quedaban 5min para la salida así que corriendo descalzo por la estación, (ya nos habíamos quitado los zapatos) hasta descubrir que Marga había mirado el número de tren del de ida, así que vuelta al tren donde entramos 1min antes de la salida, que graciosa el susto que nos dio, por cierto, el revisor no pasó ni en la ida ni en la vuelta, nosotros pagamos, pero como en Berlín.

No sé como resumir Venecia, no es que hayamos visto cosas concretas, salvo San Marcos, Venecia es una ciudad para disfrutar paseando viendo todos los rincones, canales, puentes, edificios. Si os digo la verdad, pensaba que iba a ser un rollo, turista, calor, colas, pero nada de eso, iba con pocas expectativas, pero me traigo un gran recuerdo, la ciudad  es una maravilla que recomendaría visitar a todo el mundo, con razón viene tanta gente a verla.



El día siguiente empezaba nuestra segunda etapa del viaje, la montaña, decidimos ir a un sitio cercano a Vicenza, pero las carreteras convencionales italianas son horrorosas, 40Km es una hora, son pueblo tas pueblo tras pueblo. Eso fue lo que tardamos en llegar al paso de Passubio, es la frontera entre el Veneto y el Trentino y es el inicio de cientos de rutas de media montaña, justo en el paso hay un osario muy curioso de la primera guerra mundial, como tantos monumentos de Italia, pero este es bastante curioso y merece la pena echarle un vistazo.

Nosotros hicimos una pequeña ruta subiendo desde el puerto por una antigua carreta, cortada al tráfico, es un paseo bonito por un bosque supercerrado, además la niebla le daba un aspecto entre tenebroso y misterioso, lo malo que no nos dejaba ver las vistas. Andamos unos 40 min hasta que llegamos a una zona donde explicaba que hacía 50 años hubo un accedente de un autobús y murieron varias personas, por eso la carretera se cerró y se abandonó, imaginaros lo peligrosa y no te dejaban seguir por ella por posibles derrumbamiento, así que la única opción era atravesar el rio por un puente tibetano, de más de 100m y con una caída de otros tantos. El puente es superseguro, de esos con barandilla muy sólida, pero pasar y mirar para abajo acojona un poco.

Desde aquí continuamos ya poco trecho, mi objetivo era llegar al puente, la carretera sigue subiendo hacia dios sabe donde, y además llega a una zona con un sendero complicados que llegan a unos refugios de montaña, pero ya eso quedará para otro visita que no vaya con 2 niñas, demasiado bien se portaron. Tras comer en el merendero del puerto bajamos el puerto hasta Trento. Carretera preciosa de montaña, lleno de zonas de miradores, y monumentos, me entraron ganas de para en muchos sitios sobre todo visitar Forte Pozzacchio, unos búnkeres de la primera guerra mundial, pero se nos hacía tarde y solo pudimos verlo de lejos.

Sin pausa a eso de las 6 llegamos a Croviana, en los Dolomitas de Brenta, en el val di Sole, esta sería nuestra base de operaciones de los próximos cinco días, está en la zona occidental de los dolomitas, quizás menos conocida, pero sin duda no decepciona como ya comentaré mas adelante.
El pueblo de Croviana está en el Valle principal, es un pueblo pequeñito pegado literalmente a Male, mucho mayor, eso hacía  que tuviésemos a menos de 5min los Supermecados, Restaurantes, bares y tiendas suficiente para nuestra semana de montaña. La casa estaba muy bien, era un bloque con varios apartamentos todos alquilados para vacaciones. Nuestro casero era muy peculiar, apenas nos entendíamos, no sé si hablaba, italiano, alemán, inglés o una mezcla de todos, el primer día no nos dijo nada, solo repitió 20 veces “diferenciación”, refiriéndose a la basura, me dijo que le acompañase, creía que íbamos a ver algo del contrato, pero lo que hizo es pasearme en pijama y zapatillas, casi de noche y lloviendo por todo el pueblo para enseñarme los distintos contenedores, que obsesión.