15 de noviembre de 2016

Por los Lagos de Sanabria segunda parte


Al día siguiente necesitábamos un poco de tranquilidad por eso fuimos directo a unas de las playas del lago, de donde sale un camino a San Martín de Castañeda. Es una subida de unos 2 Kms muy agradable entre un robledal bastante tupido. Una vez más jugando con Cristina conseguimos que llegara sin problemas hasta el pueblo, lo malo es que hacía mucho calor y el último tramo ya por la carretera se nos hizo muy pesado. San Martín es un pueblo bonito, ya de media montaña, con vistas al lago. Queríamos ver el monasterio, que es más interesante por fuera que por dentro, de hecho lo han convertido en oficina de turismo y la verdad que te cobren un euro para ver esa parte (la iglesia era gratis), bueno.

La vuelta rápida al ser bajada y chapuzón en el lago, es increíble, es un lago glacial? Estaba el agua más caliente que la de Mazagón, como está cambiando el clima. Tras comer fuimos al centro de lobos de Robledillo, con una breve parada a ver la preciosa estación de tren de Puebla, que nos la habían recomendado tanto que no pudimos resistirnos, y si, merece la pena. Cristina llevaba dándonos la lata desde el primer día que se enteró que podía ver lobos, ya verás dije, como al final se caga y me gasto el dinero para nada. Pero no, le encantó, tienen 5 o 6 lobos en un recinto grande, pero como le ponen comida se acercan a los miradores. Impresionan bastantes ver allí esos animales, lo que significan y lo que son actualmente. Lástima que no pudiésemos ver al lobezno que había nacido en cautividad, aún en cuarentena.


El ver toda la información del centro de interpretación me hizo reflexionar de como compaginar la actividad humana con la protección de estos u otros animales, sostenibilidad, pero no voy a entrar en eso. Pero una de las cosas que más me impresionó es ver la evolución de donde había lobos en España a lo largo de los últimos 100 años. Actualmente sólo lo hay aquí y en la sierra de Córdoba, pero en los 80 los había cerca de Zalamea, y se me vinieron a la cabeza todas las historias que contaba mi abuela y cuando nos decía, cuidado con salir solos al campo. Yo jamás vi un lobo, pero los había, mi abuela tenía razón. Mereció mucho la pena aunque sólo fuera para acordarme de mi abuela 1 minuto.

La anécdota, me dejé olvidad la cámara, cuando me di cuenta salí corriendo por el sendero y me crucé con uno de los trabajadores que me dijeron que la había encontrado un portugués y estaba en el centro, pero que estaba ya cerrado, de todas formas fui y me encontré a la camarera del bar en la puerta que me abrió y me llevó a donde estaba la cámara. En fin que de chiripa la recuperé, como le comentaba a la camarera cuando volvía al coche me hubiese dado más pena las fotos que la cámara en si.

El viernes era otro día de viaje, hoy nos tocaba visitar un sitio que tenía marcado desde hace mucho tiempo, las minas de la Médulas en la provincia de León. Parece increíble lo cerca que están de los Lagos y lo difícil que es llegar. Hay varias opciones, para la ida escogimos la directa, son 90 Kms de carretera de sierra que se tardan más de dos horas en recorrerlos. Desde luego la zona es preciosa, puertos de montaña de casi 2000mtrs y una cordillera que parece infranqueables. Es para disfrutar de las continuas subidas, bajadas, senderos, caminos, cimas, ríos de una manera muy tranquila, pero es complicado con 2 niñas tan pequeñas, así que avanzábamos lo más rápido posible
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Una muestra de lo que es esta zona fue nuestra parada a descansar en el pueblo de Castrillo de Cabrera. Pueblo perdido donde los haya, en medio de la nada, allí decidimos dar un paseo y parecía que había una ordenanza municipal para ser amable con el turista. La poca gente que había nos saludaba, se paraban a hablar, nos contaron como llegar a una ermita bastante bonita a las afueras, e incluso nos invitaron a una cerveza en su casa, en fin, lo que es un pueblo pueblo. De ahí hasta el centro de interpretación de Carucedo y al pueblo de las Médulas.


Las Médulas son unas minas de oro explotadas por los Romanos, la gracia de esta mina está en que en la zona donde el oro estaba más profundo (pueblo de las médulas), escavaban unos túneles en las montañas, los llenaban de agua y derribaban la montaña. Eso ha dado a esta zona un aspecto muy peculiar, montañas medio derivadas y grutas que resistiron. Opciones para visitar las médulas hay muchas, el itinerario básico es de unos 4 Kms, ves parte de la mina y unas enormes cuevas en las que puedes entrar. El único problema es que hacía 35º, y teníamos que ir con mucho cuidado para que las peques no lo pasaran mal.


Vimos la zona más representativa, con Cristina a la cabeza queriendo entrar en esas grandes cuevas, que la verdad, llevarán allí muchos años pero tienes la sensación que en cualquier momento se derrumban, como curiosidad en un mirador vimos a un guiri con un dron, Cristina se quedó alucinada y estuvimos con él un buen rato pudiendo ver las minas a vista de pájaro. Dando la vuelta con el coche por Orellana llegamos al Mirador de Orellana, allí ves desde lo más alto el espectacular paisaje que dejaron los romanos en esta zona, pero además tienes la opción de entrar en una galería de una mina, que por momentos era muy estrecha y oscura, atravesando la montaña para llegar a otro mirador. Me sorprendió como cris recorrió esos casi 500 mtrs de galería sin ningún miedo, lo que quería era conarle a todos sus amigos que había estado en una mina de oro.

Quisimos visitar el Castillo de Cornatel en Villavieja, pero se nos hacía tarde, así que lo dejamos en una breve visita por fuera, lo me costó el cabreo de Cristina que quería entrar, no sé cómo puede seguir ese ritmo.  La vuelta por la autopista 200Kms en menos de 2h, la opción de volver a cruzar la sierra haciéndose de noche nos echaba para atrás.


El sábado era nuestro último día en los lagos, así que decidimos ir a la zona del lago que nos quedaba, Ribadelago. El pueblo vivió uno de esos episodios negros de la historia de España, en 1959 una presa río arriba se rompió, llevándose por delante el pueblo y la vida de 144 personas, y eso como no, en pleno SXXI es motivo de explotación turística. Junto al antiguo pueblo se construyó uno nuevo, que por dios, podían haber seguido la estética de un pueblo de sierra de piedra, un pueblo blanquísimo, que desentona en el paisaje una barbaridad, algo horrible. Se nota que en los 60 la prioridad fue dar casa de manera rápido a los supervivientes.

Del pueblo sale un barco que te hace una visita turística por el lago, pero nosotros fuimos a hacer una ruta y se nos pasó la hora de salida. Decidimos remontar el cañón del rio Tera, un sendero de piedra junto al rio muy bonito. Evidentemente no hicimos la ruta completa, pero si hicimos un buen trecho, subiendo una pequeña montañita donde podías ver el cañón del rio desde arriba.


Tras descansar un rato en la casa, nuestra última tarde la dedicamos a recorrer los pueblos del sur de Sanabría. Justo el extremo noreste de Portugal, eso si que son pueblos perdidos e inaccesible, hacía años que no veía estas carreteras. Una carretera que terminaba en Robledillo de unos 10Kms tardamos casi una hora, los agujeros eran de medio metro, yo pensaba, como se nos estropee el coche y tenga que andar varios Kms en busca de cobertura, ya casi de noche justo en la zona de lobos, vamos de película de terror. Pero no, llegamos a casa sanos y salvo, el último día vuelta del tirón, a medio día estábamos ya comiendo en Tomares.

El resumen un viaje que ha tenido un poco de todo, pero sobre todo ha sido el primer gran viaje de los 4 juntos, y con lo bien que hemos estado y lo bien que se han portado, estoy seguro que será el primero de muchos viajes, la primera de muchas aventuras, porque para nosotros viajar es una aventura y esperamos nuestras hijas lo hereden de nosotros.

23 de octubre de 2016

Por los Lagos de Sanabria primera parte

Sólo hace siete meses que la pequeña Martina llegó al mundo y ya estamos metido en nuestra primera gran aventura. Buscar el sitio fue fácil, una zona cercana (midiéndolo a nuestra escala, 7-8h de coche como mucho), que no hubiésemos estado y con montaña, mucha montaña.  Puebla de Sanabria cumplía perfectamente todos los requisitos, así que para que buscar más?. El Domingo 28 de agosto pusimos rumbo al norte, primera parada Salamanca!!.


El viaje bien, si no llega ser que Cris ha cogido la “costumbre” de vomitar, y la primera vez nos cogió de sorpresa, así que parada de urgencia en Mérida y limpiado provisional de ropa, juguetes y sillita, más o menos controlado, a excepción del olor que nos acompañaría varios días. Saliendo a las 9, a las 3 estábamos comiendo en nuestro Hotel de las afueras de Salamanca. Por cierto, buen hotel y muy cómodo, habitaciones muy amplia para los 4, y una piscinita donde pudimos pasar parte de la tarde, aunque no sé si eso es bueno o malo, porque no sé qué tienen los niños que se empeñan en bañarse por muy fría que esté el agua y claro yo detrás.

Tras merendar al solito de la piscina nos acercamos al centro de Salamanca, no voy a entrar mucho, ya sabemos que es una ciudad preciosa. Dimos los 4 un paseo muy tranquilo, viendo su casco antiguo, su bonita biblioteca, su catedral y como no la plaza mayor. Catetada de tomar una cerveza en la entrada de la plaza a precio de Oro, pero el resto todo muy bien.


Al día siguiente salimos hacia Puebla de Sanabria entrando por Portugal para hacer una parada en Braganza. Portugal nunca decepciona, bonita ciudad, mucha vida en el centro, lleno de bares, tiendas, etc. Pero sobre todo el espectacular castillo del SXIII muy bien conservado. El castillo es monumento nacional y tiene un curioso museo de armas dentro, y eso que a mí no me gusta esos tipos de museos. Pero lo mejor de todo es el comienzo de un idilio de Cristina con los castillos., ella encantada castillo arriba, castillo abajo, hasta que llegamos a lo más alto y se empeñó en subir una escalera casi vertical al tejado. Así que me toco acompañarla, y aunque pasó bastante miedo bajando, hoy, un mes después sigue presumiendo de haber estado en lo más alto, justo donde se plantaba la bandera Portuguesa, no todos los que visitan este castillo podrán decir lo mismo.

Llegamos al pequeño pueblo de Rozas ya en el parque del Lago de Sanabria a la hora de comer. Pueblo que sería nuestra base de operaciones de los próximos 7 días. La casa del cura, un bonito patio rural con apartamentos alrededor en el que estuvimos solos casi toda la semana, regentado por Transi, y donde tanto ella como Tere fueron muy amables y atentas con nosotros. La tarde la dedicamos a coger información de la zona y comprar víveres para toda la semana.


El martes fue nuestro primer día completo en la zona Sanabria, y decidimos irnos directamente a la ruta más complicada, de la Laguna de los Peces a 1700mtrs a la de las Yegua y a su refugio a casi 1900. La ruta es muy bonita, sendero siempre picando hacia arriba con Martina en el canguro y Cris como una campeona que llegó hasta lo más alto, el truco está en contarle cuentos todo el tiempo. Arriba parada y fotos, a Cris le encantó el refugio, quería pasar allí la noche, se me caía la baba pensando en que pronto la podría llevar a un refugio.


Y en la bajada, la anécdota del viaje. Yo no veía que estuviésemos en un sendero complicado, había piedras pero nada del otro mundo. ¿es una imprudencia meter a una niña de 8 meses? Y meterse embarazada de 8 meses? Pues no sé, al final es un poco de suerte, el caso es que nos encontramos una chica embarazada de 8 meses que se había caído, torcido un tobillo y no podía andar. Sola, sin comida ni agua, con un ataque de nervios, su hermana había bajado a buscar ayuda, así que le dejamos aspirina, comida, agua y bajamos con las niñas hasta la laguna de los peces que es donde había más gente. Allí la madre estaba muy preocupada, estaban esperando al helicóptero, como no me quedaba tranquilo, dejé allí a Marga con las niñas y volví a subir. La muchacha estaba ya más tranquila (tenía claro que no se ponía de parto), había llegado la hermana, así que decidí bajar y me perdí la experiencia de montarme en un helicóptero. El resumen, que a la montaña hay que tenerle mucho respeto, todos comentemos imprudencias, hasta los más expertos, pero cuanto más sepas de montaña mejor sabrás medir las consecuencias, luego tu decides si estás dispuesto a asumirlas.

http://www.abc.es/espana/castilla-leon/abci-equipos-rescate-auxilian-senderista-zamora-201608311158_noticia.html


En fin, que con el retraso lógico, buscamos un merendero para comer y de ahí a Puebla de Sanabria a pasar la tarde.  Sanabria es uno de esos pueblos encantadores, con un casco antiguo precios, calles estrechas de piedra, todo muy bien conservado. Ante todo destaca el castillo, en la parte alta del pueblo, donde si no. Y Cristina que siguió con su idilio con las castillos. Recorrió todo el castillo, todas las murallas, nosotros estábamos al borde del agotamiento y ella que no quería irse. En el folleto que te dan hablaba de la leyenda de la reina mora, a partir de ahí quería buscar en el castillo a la reina mora, donde dormía, donde comía, donde hacía caca. Hasta encontramos una sala con un audiovisual y Cris dijo, anda, aquí es donde ve el cine la reina mora, habrá visto la película de Dori?? Todo el resto del viaje nos pedía continuamente que le contásemos la leyenda, que la adaptábamos un poco a los tiempos modernos,  y quería continuamente entrar en todos los Castillos.


El Miércoles quizá fue el día más duro de todo el viaje, queríamos visitar la Ribera sacra, más de dos horas de coche para llegar, con una breve parada en la iglesia de la Virgen de los Milagros, por lo visto es una de las vírgenes más famosas de Galicia, y va mucha gente a verla, la prueba era que había un gran mercadillo, con muchos puestos y atracciones en la puerta, pero si os digo la verdad, bueno para parar a descansar a tomar un café nos valió, pero poco más que destacar.


La Rivera Sacra, es toda la rivera del Sil, prácticamente desde que entra en Galicia hasta Orense. Recorrerla en un día es imposible, son Kms y Kms de carretera revirada, es simplemente espectacular.  Nosotros enganchamos la carretera cerca de Tejeira y tiramos dirección Oeste, cuando el Sil se encañona la carretera sube y sube hasta que llega a unos miradores impresionantes en los que se puede ver los cañones por los que trascurre el río. Una opción muy buena es recorrer el río en barco, pero a nosotros no teníamos tanto tiempo, y es que la Ribera Sacra no es para verla en un día, tampoco pudimos acercarnos a Monforte de Lemos que es la capital de la zona, en fin, que tenemos pendiente una visita con más tranquilidad.


Nuestra primera parada fue las plataformas de Mao. Mao es un afluente del Sil, si paras cerca de su desembocadura, hay una zona de comienzos de senderos, hay muchos para elegir, pero el más llamativo son unas plataformas que van pegadas al río, y gracias a las cuales puedes recorrerlo. Es una zona preciosa con mucha vegetación y el río metido en un cañón del que tenías unas vistas espectaculares desde las plataformas.


Tras comer en los merenderos, seguimos hasta Paradas de Sil donde están los Balcones de Madrid, quizás las mejores vistas de los cañones del Sil, a una altura donde daba miedo asomarse, bueno más bien que Cristina se asomase, y de ahí al monasterio de Santa Cristina,  que gracia le hizo el nombre a la peque, para mi de lo mejor del viaje. Es un monasterio casi en ruina, muy pequeñito  del SXII en medio de los acantilados del Sil, cubierto por una manta de vegetación, es algo para no perderse. Cristina se empeñó en subir a lo más alto de la torre, no sé ni cómo me convenció, por una escalera de caracol sin barandilla. Cuando estabas en lo más alto mirabas por el hueco de la escalera y decías Dios mío, Cristina te quiero pegada a la pared.


Tras esa sorprendente visita, fuimos al Monasterio de Santo Estevo, era nuestra visita estrella, Es un gran monasterio medieval, perfectamente restaurado porque actualmente es parador de turismo. Tiene dos claustros enormes y precioso y creo que merece la pena tomar allí al menos un café y recorrerlo tranquilamente, el problema es que empezaba a hacérsenos tarde, estábamos ya muy cansados, y no hay manera de aparcar cerca, así que dejamos el coche donde pudimos e hicimos una vista exprés, lo dicho tengo que volver a la Ribera Sacra.

Teníamos el tiempo justo para parar en Orense, y es que es de las pocas ciudades que no he visto y no pude resistirme. No es gran cosa, tiene una catedral chula, y unas calles que más me gustaron por el ambiente que por que fuesen bonitas en si. Y como no sus termas, Orense es muy famoso por sus termas, que ya usaban los romanos, no recorrimos el paseo del rio, ni evidentemente nos bañamos en las muchas piscinas termales, pero si fuimos a ver las más famosas, la fuente de las Burgas, el agua salía ardiendo.





Repito, lo que más me gustó fue el ambiente, y no me pude resistir cuando iba camino del coche a parar a cenar en uno una calle llena de bares , todos llenos en pleno miércoles, comida gallega, pulpo, empanada, pimientos del padrón, etc.. comida exquisita, lástima que tuviese que coger el coche, porque si no era para tomarse una buena botella de vino y a dormir la mona. Lo dicho Orense, no es espectacular, pero no como le dije a Marga, no está en mi lista de ciudades más feas que he conocido. Al final no llegamos hasta casi las doce de la noche.