19 de abril de 2011

La Gran Aventura

Empiezo a escribir y suena en mi cabeza la música que ponen cuando una cadena de TV anuncia un gran acontecimiento, la BSO de la guerra de las galaxias o mejor aún la de Superman. Y es que el anuncio lo merece, ayer estábamos subiendo una pequeña colina y hoy estamos a las puertas de subir un grande, más bien a nuestro nivel un gigante.

Y todo, como muchas cosas en nuestra vida con un impulso, ojo un impulso controlado porque en la montaña si no controlas te juegas la vida. Pero una vez que hemos recogido toda la información habida y por haber, lo sopesamos y decidimos “Yes we can”. Si podemos y lo haremos algún día, pero cuando?? Pues en 3 semanas, y como un impulso en menos de 24h teníamos avión y alojamiento. Lo dicho un impulso controlado, voy a llamar a Marga mi pequeña función Delta (es un chiste matemático).

Y ahora que ha pasado el impulso me empiezo a acojonar, ostras donde nos hemos metido. A nuestro nivel esto es una mega aventura. Tenemos lista de montañero, tenemos una maleta solo con el material técnico, otra con comida, hemos contratado un mulero, ahora si que parecemos una auténtica expedición.

¿Y donde vamos? Jebel Toubkal 4167m, nuestro primer 4000, y con aún algo de nieve, con el hándicap que supone meterse en el Marruecos profundo, vale que ya las cosas no son como hace unos años, y que va mucha gente, lo que supone que todo es más fácil, se han adaptado los alojamientos, los porteadores, la forma de conseguir víveres, vamos que los marroquíes han visto el negocio y ya esto no es la aventura como cuando Roger Cassement viajó al Congo (es que me estoy leyendo un libro sobre su vida), pero no se nos puede olvidar donde vamos y que es altísima montaña. No es que sea una subida técnica, pero esa altura ya afecta al cuerpo, y no sabemos como vamos a reaccionar, debemos estar preparados psíquicamente para sufrir, pero también para asumir la posibilidad de abandonar.

¿y porqué?. Que curioso, cuantas referencias al título y la primera entrada del Blog. Ayer casualmente viendo el primer programa de la nueva ascensión de Edurne Pasaban al Everest, decía que todo tenemos nuestro porqué. ¿Cuál es tu porqué? Me pregunto Marga. Pensé en la gloria personal que supone hacer y luego contar esto, en la experiencia inolvidable, pero fue Marga quien dio con la razón más poderosa, y es que ahora mismo necesitamos estar lo más cerca del cielo que podamos y volver a contarles un cuento.

16 de abril de 2011

Grazalema: El Reloj y el Simancón

Tras un parón de más de 1 mes, queríamos probarnos por una ruta cercana y no muy dura, se nos echan encima las fechas de las grandes expediciones y hay que volver a coger forma ya. Así que programamos una ruta por la Sierra de Grazalema, subida al Reloj y al Simancón por la charca verde. Es una ruta que combina todo para probar fuerza y técnica. No es muy dura, pero 12Kms de montaña con 1000mtrs de desnivel está bastante bien y no es muy técnicas pero tiene un par de trepaditas curiosas, en definitiva la ruta que estábamos buscando.

El día se levantó espléndido, sol y una temperatura agradable, además solo en las cumbres nos haría viento. Comenzamos a las 9:15 en Grazalema por un sendero de subida donde notamos nuestra baja forma, ofú a que no somos capaces de hacer la ruta, pero tras coronar el primer montículo el terreno ya no tiene tanta pendiente y poco a poco fuimos recuperándonos, supongo que sería el empezar porque luego hicimos la ruta sin ninguna dificultad.


Antes de las 10 estábamos a más de 1100mtrs por un sendero que discurría por un precioso pinar, todo muy verde con mucha vegetación. Íbamos dandole la vuelta a nuestros 2 objetivos para encararlos por el sur. Nuestra primera parada lo hacemos en la charca verde, a partir de ahí el terreno se empina con algunos tramos complicados mas que nada porque el terreno parecía un queso de gruyer, saltando de piedra en piedra, con mucho cuidado porque las piedras tenían bordes muy afilados y una caída supondría hacerse mucho daño.


En un momento habíamos coronado el Reloj a unos 1330mtrs, de ahí nos quedaba la parte más complicada, bajar a una cresta, atravesarla una vez más saltando de piedra en piedra y subir al Simancón, por una trepada que sin se muy complicada había que ir con cuidado. Es la segunda vez que hacemos esta vía de subida y esta vez la hicimos mucho más rápido y seguro, ni una vez tuve que ayudar a Marga, ni siquiera esperarla, la forma no la ha perdido y se ve que le han venido bien los cursos, ha ganado mucho en técnica y sobre todo en confianza, creo que ahora está preparada para afrontar mayores retos.


Desde arriba ya os podéis imaginar las vistas, se ve toda la sierra de Cádiz, la de las Nieves y si no es por la bruma se vería perfectamente Marruecos. Allí arriba, solos, contemplando la inmensidad es un momento mágico, momento de acordarse de todo y reflexionar, es cuando te das cuenta lo que significa la frase de Mesnner “las montañas son el camino entre la tierra y el cielo”.








Y nada más, la vuelta por la ruta directa a Grazalema, ruta que ya habíamos hecho anteriormente, y en menos de 5h estábamos en el coche habiendo parado a comer un bocata por el camino, mucho más rápido y fácil de lo que pensábamos. A la vuelta hablábamos de todas las veces que habíamos venido a Grazalema y que ya repetíamos tramos, comentábamos que ya difícilmente volveríamos, pero precisamente ayer me hablaron de la subida al Simancón por el salto del cabrero, aún más técnico que la que hicimos, y ya estamos buscando fecha. Y es que no importa las veces que subas una montaña, lo que importa es que cuando lo hagas te sientas como si subieses al cielo.

11 de abril de 2011

La Costa Azul Francesa

He dudado mucho sobre si escribir una crónica de esta viaje, de ahí que haya tardado tanto, y es que, lo que pensábamos que iba a ser un viaje sin mucha historia, hasta nos reíamos cuando decíamos que íbamos a hacer turismo tradicional como el resto de gente, se ha convertido en uno de los viajes más trascendentales de nuestra vida, y no por el viaje en si, sino por las circunstancia que se han dado alrededor del mismo. Así que tenía que tomar la decisión de guardar el viaje en el cajón del olvido o escribir este pequeño homenaje, y evidentemente he tomado la segunda opción.





El sábado 12 de Marzo nos pusimos en marcha muy temprano, el despertador sonó a las 4:30, pero eso hizo que a medio día pudiésemos estar entrando en las calles de Mónaco. Mónaco es el lujo más absoluto, bueno en realidad lo es toda la costa azul, y para colmo lo primero que nos encontramos al entrar fue el casino, la mas de lo mas, parecía que los Ferraris los regalaban. Todo muy bonito y muy ordenado, lástima que el día gris y con tanto viento le quitase un punto de glamurosidad. Del Casino al puerto, eso si cumpliendo un sueño, conduciendo exactamente por las calles que componen el famoso circuito de Mónaco, la curva, el túnel, etc etc.







El puerto mas de lo mismo, con yates megagigantes que eran diez veces mi casa, me falló el entorno me lo esperaba más lujoso y más seguro, prácticamente podías entrar en el Yate sin más problema. Del puerto dando un paseíto llegas al casco antiguo, en una montaña. Allí está el palacio de los Grimaldi y poco más, en 15 minutos te lo has recorrido entero, para mi lo mejor las vistas de toda la costa que son increíbles. A media tarde pusimos rumbo a Niza por la costa, preciosa carretera donde nos encontramos el pequeño pueblo de Eze, gratísima sorpresa, un pueblo medieval que merece una pequeña visita.




Ya en Niza, otra sorpresita, se está corriendo la Paris-Niza y el Astana se aloja en nuestro hotel, ambiente ciclista y unas ganas enormes de coger mi flaca. Nuestra idea era ver Niza por la noche, pero empezó a llover, así que nos metimos en bar a comer y tomar cervecitas y decidimos dejar la visita para el día siguiente.


A la mañana siguiente pusimos rumbo a Antibes, un pueblecito encantador, perfecto para un tranquilo paseo por sus calles. Nos encantó el pequeño mercado en el centro del casco antiguo con todo tipos de producto de la zona, lástima que empezara a llover y tuviésemos que suspender la visita al castillo. De Antibes a Cannes, es decir, más glamour y lujo. Merece la pena pasear por el paseo marítimo donde está el bulevar de las estrellas, vamos al estilo de Holliwood, y el casco antiguo, que aunque más sucio y cutre que el de Antibes, al menos está en una colina y tiene unas vistas fantásticas, no os esperéis gran cosas de Cannes. A pesar de todo para nosotros Cannes tiene un significado especial, en la pequeña iglesia que corona la colina del casco antiguo dejamos un recuerdo de algo que nos marcará para toda la vida, y que me gustaría volver a verlo aunque sea una vez más…



A partir de ahí, una espectacular carretera bordeando los acantilados donde estaban las mansiones más increíbles, que ya es mucho decir, hasta Saint Raphael donde llegamos justo a la hora de comer. De ahí vuelta por la Autopista hasta Niza. Por la noche vimos Niza al estilo Bruselas el año anterior, buscábamos un monumento en el mapa, poníamos la calle en el GPS, llegamos, foto y siguiente. Al menos nos hicimos una idea de Niza, aunque está claro que si volvemos la veremos más tranquilos.


Al siguiente día empezamos donde lo dejamos en el bonito pueblo de Frejus, junto a Saint Raphael. Este pueblo nos sorprendió gratamente, un casco histórico muy bonito lleno de restos romanos. A partir de ahí la costa ya no es tan espectacular, urbanizaciones y más urbanizaciones hasta llegar a Saint Troppez. Lo mejor de Saint Troppez no es sus lujoso puerto con grandes yates y todo lo que le rodea, si no el casco antiguo de calles estrechas que te hace olvidar un poco donde estás, porque la verdad que tanto lujo se empieza a hacer monótono.


Tras una pequeña visita a los acantilados junto a Saint Troppez nos dirigimos por la costa hasta Hyeres. No pensábamos parar, pero la vista desde lejos de esta ciudad es espectacular. Una ciudad en una montaña con un casco antiguo muy bonito, aquí ya no hay lujo, esto no está ya tan limpio, pero es mucho más auténtico, empezábamos a echar de menos algo así, pero lo mejor de todo de la ciudad es su muralla, fue lo que nos hizo parar, la ves serpenteando en la montaña y de verdad te recuerda a las típicas imágenes de la muralla China.


Como se nos hacía tarde pusimos rumbo a nuestro último destino, Aix-en-Provence. Aix es una ciudad llena de vida, restaurante, bares, mucho ambiente, merece la pena pasear tranquilamente por el centro, por sus callecitas, lástima que fuese ya de noche, pero bueno es otra forma de ver la ciudad.


Y poco más, el resumen es que la costa azul Francesa es el lujo y el dinero en estado puro, está bien y es curioso, pero la verdad que no encaja mucho con nuestro estilo de vida, no cambiaría la montaña por esto por nada del mundo. Lo importante de está crónica es que la escrito en memoria del más grande de los montañeros que ha existido, el que con más corta edad consiguió subir a sitios donde la mayoría de las personas nunca pisarán, ahora tenemos una estrella más que nos protege y nos ayuda a conseguir todos nuestros retos, nosotros nunca te olvidaremos.