13 de julio de 2009

Un Aniversario por todo lo alto

Es un tópico decir “parece que fue ayer…”, pero es que parece que fue ayer, y ya han pasado seis años, aquel 12 de Julio de 2003 cuando Marga y yo unimos aún más nuestras vidas y, ¿¿cómo celebrarlo?? Pues a nuestro estilo, haciendo una rutita de senderismo por la Sierra, dos días de ruta por la Sierra de Gredos para hacer cumbre en la montaña más alta del Sistema Central: El Pico Almanzor, 2.592 metros de altitud, aunque de senderismo tuvo poco, porque cuando terminamos le dije: ahora ya sabes la diferencia ente senderismo y montañismo.

Salimos el viernes a las 14h de Sevilla y a las 19h ya estábamos en el bonito pueblo de El Barco de Ávila, allí nos esperaba otro regalo, una noche de Hotel & SPA con cena de lujo en el espectacular Hotel Puerta de Gredos, que conocimos en nuestra última visita a esta zona hace ya un par de años. Pero cenita con poco vino que al día siguiente había que madrugar.


El despertador sonó a las 6:15h como todos los días, pero hoy no nos hicimos los remolones y saltamos de la cama ilusionados, a las 8h estábamos desayunando en la plataforma, a nos 1.800 metros, listos para iniciar la ascensión. El primer tramo de la ruta hasta la laguna es relativamente fácil, unas dos horas y medias por una calzada de piedra con un paisaje idílico de montaña, pero el corazón se empieza a acelerar cuando coronando los Barrerones, pues empieza a asomar el pico Almanzor al fondo. La sensación es indescriptible, como poco a poco va apareciendo ante nuestros ojos el Circo de Gredos, una mezcla de ilusión y miedo.

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A las 10:30h ya estábamos en la Laguna reponiendo fuerzas, y a las 11 empezábamos la parte realmente dura. Hasta que llegas a la zona de los canchales no es duro, vas andado por piedras pero sin ninguna dificultad, disfrutando del paisaje y parando en las pozas de aguas cristalinas a reponer líquido, pero cuando te pones debajo del Pico, te empiezan a temblar hasta las piernas al ver la cantidad de piedras que tienes que sortear. La vista no te alcanza a ver el final del canchal de lo largo que es, y con una pendiente bestial. Con los años, el agua, el hielo, el viento, ha desgastado la piedra caliza, rompiéndola en grandes rocas, colocadas como en avalancha, siendo éste el único sitio que se puede subir (si no habría que escalar una pared vertical). Pues eso es lo que se llama Canchal. Para los que seáis de pueblos minero como yo, es como subir por un vacie de roca.

Poco a poco vamos subiendo, saltando de roca en roca, trepando por alguna de ellas que nos superan en tamaño. El ascenso se hace lento y pesado, pero sin prisa llegamos a la Hoya Antón donde aún se conserva un gran nevero. Ni os podéis imaginar el alivio que es andar por nieve… pero ahora viene lo peor, tal y como nos habían aconsejado cambiamos de canchal y nos vamos hacia la Portilla del Crampón, rocas más altas, más grandes, y pendientes más pronunciadas, a cambio una subida más corta (aunque de corto no tuvo nada). Las vistas hacia abajo empezaban a asustar.

En la parte final el Canchal se estrecha de forma que vas por una garganta de apenas 3 metros con unas paredes altísimas, y encima aparece la tierra, tierra sobre las rocas que te hacen resbalar una y otra vez, y os aseguro que la caída es mejor no pensarla. A unos 10 metros de culminar esta portilla, Marga resbaló y se quedó literalmente enganchada de mi pierna. Hubiese resbalado sólo un o dos metros canchal abajo pero se asustó tanto que al llegar a la cima de la Portilla del Crampón, se negó a subir la trepa final.

Cuando llegas a la Portilla puedes ver los dos valles (el de la Vera hacia el sur, y el del circo de Gredos hacia el norte). Alcanzas a ver más de cien de Kms, es casi como estar en un avión. Pero aún falta el último esfuerzo, una pequeña escalada por la cara sur del Pico. Subo hasta casi lo más alto, veo la dificultad y bajo a convencer a Marga que medio llorando de los nervios y el miedo se niega a continuar: Confía en mi como siempre, le digo. Dejamos las mochilas en un hueco y con ayuda de algún montañista, escalamos los dos escalones (de 3 metros de alto) y por fin en la cumbre!!!



Quizás no tuvimos la sensación de logro de otras veces, esa sensación de satisfacción, de felicidad por el esfuerzo realidado. Marga se había bloqueado y no estaba disfrutando, pero conforme han ido pasando las horas desde que estuvimos en lo más alto del Pico Almanzor se ha dado cuenta de lo que ha conseguido y de lo que puede llegar a conseguir. Ahora está deseando volver, deseando subir otra montaña y sabe que esta vez disfrutará de la Cumbre.

Fueron tres horas subiendo desde el Refugio Elola y tres horas bajando, la bajada es aún peor y para colmo estás más cansado. Marga inventó una nueva modalidad de descenso… el culing: se sentaba en todos los escalones cuando superaban los 50cms, decía que las piernas ya no le respondían para ir saltando… que no tenía fuerza en las rodillas…

La tarde la pasamos en la laguna, tumbados, viendo como anochecía en plena naturaleza, en unos de los sitios más bonitos que se puede estar, a más de 2h de cualquier resquicio de civilización… y si pensáis que no ha sido romántico, ir a ver anochecer allí alguna vez y lo entenderéis. Tempranito a la cama y por la mañana de vuelta a la Plataforma y para casa.

Sin duda la ruta más dura que he hecho (hasta ahora), pero el poder pasar allí un fin de semana juntos, el poder conseguir algo juntos, como todo lo que hacemos, hace que merezca la pena. Es una mínima parte de la aventura que empezamos hace seis años, de la que nos quedan muchos más y de la que disfrutamos todos los días. Cada día ha merecido la pena.

4 comentarios:

José Antonio Cuberos dijo...

Muy buena crónica, cuando me case quiero ser como vosotros.

Aunque vamos más o menos por ese camino de locura.

Ruben y Marga dijo...

pues nada, apuntaros a una de nuestras locuras, seguro que repetiréis....

Hilario dijo...

¡Claro que sí! Por fin dejais las dos ruedas y os decidis por la mejor manera de descubrir la naturaleza: ¡andando!
Un saludo.

Hilario dijo...

Ah, se me ha olvidado decir que yo también he subido el Almanzor. La paliza fue buena, pero mereción la pena.