27 de enero de 2018

Viaje a Berlin 2017

Este año hemos retomado nuestro viaje del Puente de Diciembre. La verdad que nos ha costado trabajo dejar las peques atrás, pero nos venía bien una escapadita a Marga y a mí, así que decidimos ir a Berlín, una ciudad que me llamaba bastante la atención, de las grandes de Europa que aún no había ido y una ciudad que aunque Marga ha estado más de 10 veces por motivos laborales no conocía en absoluto. No ha sido fácil ir, la única opción para ir el miercoles era un avión desde Málaga haciendo escala en Bruselas.


Un viaje un poco pesado, tardamos más de 12h en llegar al aeropuerto de Tegel, y de ahí sólo 15min al Hotel que estaba en una zona céntrica, la verdad que le trasporte público funciona muy bien, y curioso, no hay que picar en ningún lado, ni tornos ni nada, se basan en un sistema de confianza, tu entras y si no viene un revisor el billete ni lo sacas. No penséis mal , nosotros sacamos por internet un bono de 3 días para coger trasporte ilimitado, y ni una sola vez nos pidieron el ticket, dicen que suelen pillarte y son multas de 60€, sólo lo digo como dato no para que os escaqueéis.


Mi primera impresión de Berlín fue muy positiva, será que el autobús paró en la puerta de la imponente iglesia de Wilhelm, una iglesia de finales del SXIX destrozada durante la segunda guerra mundial que a alguien se le ocurrió la brillante idea de restaurar de una manera muy moderna pero dejando el campanario antiguo medio derruido, el resultado sobrecoge, te puedes hacer una idea de lo que fue el Berlín de final de guerra, dentro hay una exposición que lo explica.  Junto a la iglesia un mercadillo navideño muy animado por el pasearíamos varios días. Esa noche tocó cenar un italiano que estaba junto al Hotel y a la cama que ha sido un día duro y mañana debemos empezar a explorar la ciudad.


No sé muy bien cómo explicar esto, me ha gustado la ciudad porque está llena de sitios muy curiosos, cafeterías en plan bohemio, restaurante de todo tipos, tiendas para todos los gustos, pero Berlín no es una ciudad bonita, no es monumental, es una ciudad nueva, y por cierto muy tranquila sin apenas tráfico, poca gente en la calle, silenciosa y si me apuras oscura, las calles donde no hay iluminación de Navidad apenas se veía por la noche, las tiendas tienen una iluminación discreta y las farolas apenas iluminan. Alguien podía decir, es una ciudad fea y seguramente acierte, Berlín es para vivir otras cosas de lo que un turista normal suele querer.


El jueves por la mañana nos levantamos tranquilamente y paramos a desayunar en uno de esos lugares pintorescos, fantástico desayuno, de ahí autobús a la puerta de Brandeburgo. Este es el primer gran símbolo de Berlín, no es que sea una gran cosa, pero el entorno es bonito y es uno de los monumentos más representativo de Alemania, tienes esa sensación de estar ante algo importante. Decidimos buscar los Tours gratuitos que da por muchas ciudades la empresa Sandeman, pero resulta que están a tope (no sabía que había que reservar) y nos dicen que volvamos a las 11 por si hay alguien que no se presenta.



Como teníamos 40 minutos, fuimos a ver el memorial del Holocausto Judío. Curioso monumento de 2711 bloques de hormigón (número primo) de formas distintas que forman una especie de laberinto. Pretenden crearte una especie de angustia, pero hay que tener cuidado porque provoca a que te pongas a jugar al escondite y claro, representa algo tan serio que te sientes mal después de hacer el tonto entre los bloques. Bueno, vuelta a la puerta de Brandeburgo y parece que hay suerte haremos el tour gratuito de 3 horitas por Berlín. Bueno, gratis es, pero al final es normal dejar una propinilla, además durante el Tour intentan venderte alguno de los Tour de pago y nosotros picamos, pero no nos arrepentimos, ni mucho menos, aunque de eso hablaremos más adelante.





Nuestro Guía, Marc, empezó por la puerta de Brandeburgo, el memorial y de ahí al bunker donde murió Hitler, imposible encontrarlo si no te lo dicen, realmente no ves nada, simplemente pasas por encima, el bunker está tapiado, cerrado y enterrado, sin ningún cartel y es que me da la impresión que en Alemania siguen muy avergonzado de su historia. De ahí al ministerio de hacienda, antiguo ministerio de aire de Hitler, es el único edificio de arquitectura Nazi que queda en pie y por fin el otro gran símbolo de Berlín, el muro.


Del muro se pueden escribir libros, solo diré que para mí su caída en 1989 representa posiblemente el hecho histórico más importante que yo he podido ver en directo por la tele. Más de 150Kms de los que solo quedan pequeños trozos en pie. Uno, este que vimos cerca del centro, apenas 200m si no supieras lo que sirnificó te parecería un pequeña pared de un edificio en ruinas. Era increíble poder estar ahí delante tocándolo, haciendo fotos, videos. Tal fue así que el grupo paró 30 min, y nosotros seguimos allí. Además así pudimos ver por encima la Topografía del terror, un pequeño espacio donde se exponen fotos de la época del Nazismo.

Llegamos justo a la cafetería donde estaba el grupo y cometimos el gran fallo del viaje, tomar un vino caliente, y para más inri, le echamos ron. Eso está asqueroso, es como si metes un vaso de vino Don Simón en el Microondas. Por todos lados lleno bares con gente tomándolo, a mí ya solo el olor me entraban ganas de vomitar, al menos nos calentó mientras seguíamos la visita. Siguiente punto Check Point Charlie. Aquí lo consideran un timo, el Disneylandia de Berlín, todo es postizo nada rea, montado para los turistas, pero bueno, lo importante es lo que representa y las historias que nos contó el guía, historias reales de lo que aquí pasó, así nos lo corroboraron.



Para terminar dos plazas, Gendarmenmark, que dicen que es la plaza más bonita de Berlín, aunque eso no tiene mucho mérito. Es una plaza del S XVII y hay 2 iglesias exactamente igual que se construyeron para simbolizar que en esta ciudad Luteranos y Católicos podían convivir en paz, el problema fue el mercadillo navideño, no me dio ni un solo sitio para hacer una foto, así que si queréis verla, mirar en internet.  Y para finalizar la plaza de la ópera. Es una de las que más me impresionó, pero no por la plaza, sino porque aquí fue donde los nazis hicieron la famosa quema de libros de 1933, y hay un memorial en el centro que me impactó, un cristal pequeño que te asomas y ves un espacio de estanterías vacías bajo la plaza con el espacio que ocuparía los miles de libros que se quemaron.


Y fin de la visita guiada, la verdad que mereció la pena, y el precio lo marcas tú, sin compromiso. Seguimos haciendo una breve vista al memorial de las guerras y a la catedral. Pero como se hacía tarde decidimos no entrar e ir a Alexanderplatz para coger el metro hacía el East Side Gallery. Por cierto Alexanderplats es una famosísima plaza que recomiendan en todas las guías, aún me estoy preguntando el porqué, es fea, no vi ningún restaurante ni tienda a destacar, lo único la famosa torre de la televisión, de 368m. No sé si es o fue el edificio más alto de Europa, pero tan poco me llamó la atención que no le hice ni una foto, supongo que de arriba las vistas son espectaculares, pero ni hicimos el intento. 


Antes del East Side Gallery tocaba comer, creo que eran casi las 16:00, pero algo rápido que no queremos ver el muro de noche, así que se me antojó una hamburguesería muy recomendada en tripadvisor, Burgermeister. El poder de tripadvisor, una haburguesería cutre, en un sitio imposible de encontrar si no lo pones en internet, y lleno a rebosar, la comida muy muy rica, mereció la pena, aunque nosotros sólo esperamos 15 minutos, se nota que no era hora punta, dicen que las colas llegan a 1h normalmente.

Y por fin el East side Gallery, un trozo de más de 1km del muro de Berlín donde están los grafitis más famosos, es uno de esos sitios que tienes que ver alguna vez en tu vida, por lo que representa el muro y porque a lo largo de tu vida muchas veces te harán referencia a el o lo verás en televisión, y siempre tendrás una batallita que contar. Es un paseo muy agradable de media hora en la que te puedes hacer fotos con el grafiti del beso, el del coche, etc etc. Todo gratis y sin ninguna valla de por medio como habíamos leído.  



Para finalizar el día cenamos en uno de esos restaurantes típico alemanes, el Dike Wirtin, lo había visto en internet y menos mal que reservé. Pero que quiere que os diga, la comida típica alema, de salchichas, codillos, chucrú.. no es mi fuerte. Marga se pidió una carne que tenía una salsa con sabor al vino ese caliente, que asco por dios. Menos mal que yo pedí el famoso schnitzel, vamos carne empanada, ni fu ni fa, pero eran 2 trozos para comer 4 personas, de hecho todos se lo llevaban envuelto las sobras a casa.



 Al día siguiente no pudimos resistir la tentación de volver a desayunar en “What do you Fancy Love”, y nos dejamos recomendar por el chico tan amable que nos atendió el día anterior. Pedimos una mezcla de yogur, muesli y frutas, delicioso. Nuestra primera visita del día era el barrio judío. Bueno en realidad no sé si hay un barrio judío. Nos paramos cerca de la catedral y aconsejado por un blog visitamos la nueva sinagoga, muy chula por fuera, por dentro no sé estaba en obras. De ahí empezamos a andar hacia el barrio de San Nicolás, pero hacía tanto frío que decidimos entrar en el Museo de Pérgamo.


Berlín está lleno de Museos, pero sobre todo destacan los de la llamada Isla de los Museos, nosotros escogimos en este viaje ir a dos, hoy iríamos al quizás más famoso el de Pérgamo. Nos habían asustado con las espera para entrar pero creo que estuvimos unos 30min en la cola, tampoco es para tanto. El museo es impresionante, te dejan claro la cantidad de objeto que “cogieron prestados” loa alemanes, vamos como los ingleses o los franceses. En este museo en concreto tiene las piezas más grandes, a parte del altar de Pérgamo (que vaya por dios la pieza más importante y está en rehabilitación, no pudimos verlo), está la puerta del mercado de Miletos , la Puerta de Ishtar o un techo de un palacio de la alhambra. Todo a lo grande.


El museo está bastante bien y lo ves en una hora más o menos, eso si le voy a poner 2 pegas. La primera las audioguías (que menos mal que son gratis), a ver si se las curran un poco más, son aburridas y poco intuitivas, vamos un tostón, señores que hacen las audiguías, piensen en el visitante medio, con nivel cultural medio. Lo que me interesa es que me guíen un poco por el museo y me cuente tres datos básicos y pongan en valor la pieza, vamos que un historiador que viene a estudiar una pieza no va a coger una audioguía.  Y segundo que manía con restaurar, o más bien falsificar cosas, la puerta de Ishtar ya es lo suficientemente espectacular, no hace falta que hagas una reconstrucción artificial de lo alrededor, ya no sabes ni que es real, hasta junto a la puerta había una copia del famoso código de Hammurabi (que está en el Louvre), repito no hay necesidad.


Tras nuestra visita volvimos a la zona del Barrio de San Nicolas. Nos habían dicho que era el más bonito y ciertamente lo es, de casas típicas alemanas, como si entrásemos en  un pequeño pueblo alemán, pero son 2 calles lo ves en 10 minutos. Así que como era tarde nos fuimos a comer a Alexanderplatz y de ahí al parlamento que teníamos cita para ver la cúpula a las 16:00. Señores gran descubrimiento, los alemanes no son tan cabeza cuadrada como parece, por lo visto nos equivocamos y la cita era para el día anterior, un lio con los mails que ahora no viene al caso, pero el chivo de la puerta, supersimpático, hablo con la policía y les dijo que veníamos de España y que habíamos cometido un pequeño error, los policías nos dejaron pasar. Lo que me pregunto es cómo supo que venía de España si le hablé en inglés, o me delata el aspecto o me delata mi inglés.




Pues menos mal que nos dejó entrar, porque la visita merece mucho la pena, aconsejo a todo el que vaya a Berlín que la reserve por la página del Bundestag, es muy fácil. Ya no es solo por visitar la famosa cúpula que tiene unas vistas increíble de la ciudad, sino también saber en el edificio en el que estamos, lo que representa actualmente y lo que representó durante el SXX. Dice que todo los viernes por la tarde tienen pleno, pero para que veáis que no sólo en España nos escaqueamos, aquí no había ni el tato. Por cierto, y perdonar que vuelva con la matraca, señores de las audiguías, antes de diseñar una, vengan al Bundestag, esta si que funciona bien, clara, concisa, útil, y no había que darle ni a un botón, conforme detectaba que íbamos por una zona se activaba y te explicaba dónde estaba y que estabas viendo.




Al salir decidimos ir dando un paseíto a la plaza Sony, y primera gran nevada, se levantó un increíble viento y empezó a nevar fuerte, menos de 5 min que tardamos en llegar a la plaza Sony pero casi me congelo, que frío. Ya en la plaza nos tomamos un cafelito calentito y nos fuimos al centro comercial que hay al lado. La plaza, bueno, está chula, pero tampoco hay que esperarse nada del otro mundo y el centro comercial anexo es gigantesco, pero como los de España, para hacer alguna compra que otra. Para terminar el día decidimos cenar en el Saigon Green, un vietnamita típico de Berlín. Es un restaurante muy recomendado y teníamos muchas ganas, pero a quien se le ocurre en la puerta de al lado montar un restaurante que se llamaba Flavour Green, también vietnamita, nos dimos cuenta del error cuando estábamos sentados y no coincidía con las fotos que estábamos viendo en tripadvisor. Para mí fue un acierto, porque comimos muy bien, muy tranquilos y muy bien atendidos, al salir me asomé al otro y era un caos de gente. Nunca sabré cual hubiese estado mejor, pero hubiese sido difícil que el Saigon mejorase lo del Flavour.


En nuestro último día decidimos contratar la excursión al campo de concentración de Sachsenhausen  a las afueras de Berlín. Habíamos dudado mucho de si en un viaje tan corto perder más de medio día fuera de la ciudad, pero os puede asegurar que mereció mucho la pena. Nos tocó madrugar para estar sobre las 8:30 en la puerta de Branderburgo, el día estaba gris y justo cuando nos metimos en el metro empezó a nevar. La nevada era cada vez más intensa, cosa que nos permitió hacer unas fotos muy chulas.






Desayuno rápido en el Stuckbar y todo el grupo a coger el cercanías hacia Orangeburg, pequeño pueblo residencial a algo más de 1h de Berlín. Desde la estación de tren hay una caminata de unos 15 minutos hasta el campo de concentración, caminata que hicimos bajo luna débil nevada que no nos impidió disfrutar del paseo. A ver, no voy a hacer un drama de la visita ni un discurso político, todos sabemos lo que pasó y cada cual tiene su opinión, solo diré que a mí, es de las cosas que más me ha impresionado nunca, y que no es difícil que durante la visita no estés a punto más de una vez de soltar alguna que otra lágrima. Tenemos que agradecer al guía que fue más práctico que dramático porque si no todos acabamos llorando con dramas personales y quizás no hubiésemos entendido algunas cosas.


La entrada es gratuita solo tienes que pagar algo si quieres un mapa o una audioguía, y bueno no sé ni que contar de esto. Visitas la torre de vigilancia de la entrada donde puedes ver todo el campamento, de ahí pasas a la zona de prisionero por la puerta con la famosa frase, “el trabajo os hará libres”, una cosa curiosa es que el guía nos pidió no hacer fotos en la medida de lo posible, porque era un sitio un poco “especial”, así que hice alguna disimuladamente hasta que al llegar a la puerta nadie se pude reprimir, nadie iba a dejar de hacer una foto al cartel de la frase, lo curioso es que no es original, los rusos lo quitaron.


En el campo se visita un par de barracones que han reconstruido, un poco artificial y la cárcel, que si es la original, porque además de un campo de concentración esto era una cárcel. Pero lo más impresionante es el final, el muro de fusilamiento, las fosas comunes, las cámaras de gas, aquí son pequeñas porque no era un campo de exterminio, y no queda nada en pie, solo los cimientos y el horno donde quemaban a los muertos, que casi no queda nada, pero lo poco que hay es estremecedor.



Y la guinda al final, la enfermería (que también es la original), con las salas donde experimentaban con los prisioneros y la de autopsia, vamos que se te ponía los pelos de puntas, casi sin querer bajamos al sótano, y subimos por una rampa. Nos enteramos que era por donde sacaban a los muertos en carretilla, yo miraba al suelo y me parecía ver aún sangre, fui incapaz de pisarla y tuve que subir por la escalerita anexa. Bueno y podría escribir páginas y páginas, de la historia del nacismo,  del campo de concentración, pero esto se va a hacer muy largo, sólo digo que recomiendo mucho esta visita y si es guiada mejor.

Comimos en el tren de vuelta y ya por la tarde decidimos ir al Neues Museum, mas que nada porque era irresistible no ver el busto de Nefertitis, pero la verdad que el mueseo está muy bien, es un viaje por toda la historia alemana, y por supuesto incluye las miles de piezas que los arqueólogos se trajeron de las múltiples excavaciones. Desde momias de la prehistoria, hasta egipcias y cientos de piezas de la historia medieval alemana, cosa que me alegró. Está muy bien y ordenado para ver la parte que te interesa, pero un consejo, tirar el audioguía a la basura. Destaca sobre todo el sombrero de oro que es una pieza impresionante de hace 3000 años, pero que queda ensombrecido por el busto de Nefertiris, el único sitio que no te dejan hacer foos en todo el museo, ojú que de gente en esa sala.



Y poco más, quisimos dejar para la última cena la famosa salchicha al curry, que quiere que os diga, una salchicha, espero que nadie venga sólo por comer esto y eso de hacer una hora de cola en los sitios famosos, pues bueno, cada cual que pierda el tiempo como quiera. Al día siguiente una vez más comprobamos el buen funcionamiento del trasporte alemás, a las 4 de la mañana cogimos un tren casi de la puerta del hotel hasta el aeropuerto, 40 min.



En resumen, Berlín no es una ciudad monumental ni bonita, pero tiene una historia reciente muy apasionante que hay que saber explotarla, quizás la ciudad con más historia del SXX, además se ha convertido en una ciudad muy cosmopolita y agradable de pasear (aunque claro mejor con un poco de más calor). Personalmente me ha gustado bastante y quizás algún día me plantee en volver para seguir disfrutándola. Marga después de sus 15 viajes a Berlín, resumió hace un par de día este viaje en una frase, nunca he visto Berlín como lo he visto en esta ocasión.  

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