El recuerdo que tengo de Saint
Andrew es de hace casi 25 años, ciudad en la que nunca estuve y recuerdo que
nunca existió, y es que hace 25 años cuando tenía hecha la idea de ir a Saint
Andrew cambiamos de idea a última hora y en vez de un verano en uno de sus
colegios universitarios lo pasé en casa de una familia al Sur de Inglaterra. En
fin, que para mí era casi un reencuentro. La idea era empezar la mañana
recorriendo la costa este, pero viendo que el tiempo empeoraba por momentos
cambiamos sobre la marcha y atajamos directos a Saint Andrew.

La joya para mi es su catedral,
totalmente en ruinas con un cementerio de esos típicos escoceses rodeándola, lo
había visto tantas veces que era casi como si ya hubiese estado, es un sitio
casis mágico, aunque en honor a la verdad no es muy distinto a la catedral de
Elgin, Escocia y sus catedrales en ruina. Cristina disfrutó muchísimo
correteando por el cementerio y haciendo fotos a su nuevo amigo Nessi, que sale
en mñas ftos que nadie en este viaje, y junto a la catedral el castillo,
también en ruina, junto a los acantilados como si fuese un único complejo
turístico sólo por esto ya merece la pena muy mucho Saint Andrew.

Pero Saint Andrew es mucho más,
es un pueblo bonito, y sobre todo universitario, lleno de los colleges típicos
británicos, y de casualidad y viendo que empezaba a chispear descubrimos el
museo de la universidad, muy curioso y divertido, Cristina se puso una toga y
no había quien se la quitase, además disfrutó como una enana de todas las
pequeñas actividades que te presentaba el museo.

Pero si por algo destaca Saint
Andrew es por el Golf, irresistible no acercarse al campo de golf más antiguo y
famoso del mundo y hacerse una foto en las puertas del famoso club donde se
juega todos los años el British, la prueba de golf más importante del
calendario. Después de comer decidimos acercarnos a Dundee, pero la lluvia cada
vez iba a peor, así que ni paramos y pusimos rumbo a Perth, curioso, segundo
vez que vamos a Perth en el viaje y de nuevo una tremenda tromba de agua que
hizo que desistiésemos de visitarla, por hacer algo nos paramos en un castillo
a las afueras de la ciudad, pero entre la lluvia y que no era nada del otro
mundo, me vais a perdonar pero ni me acuerdo del nombre. Lo mejor, como hace
dos días volver a nuestro hotelito y pasar una tarde agradable junto a la
chimenea, mañana será otro día.
El cine ha hecho que Stirling se
conozca sobre todo por un nombre, Braveheart. O William Wallace, en uno de sus
puentes tuvo lugar la famosa batalla contra los ingleses y eso hizo que en el
SXIX se construyera un memorial impresiónate, lo que hizo a su vez que el
pueblo de asociara a Wallace, y ya la película y sus Oscars hizo lo demás. La
verdad que leyendo un poco te das cuenta que los lugareños están algo cansado
que se asocie más la leyenda a Mel Gibson que al Wallace de verdad y que la
gente se crea a pies juntillas la peli sin leer ni una línea de la verdadera
leyenda, pero os aseguro que Gibson ha hecho mñas por el turismo y la economía
de esta ciudad que el verdadero Wallace.

En fin, que nuestro primera
visita fue al memorial de William Wallace, una gigantesca torre de casi 70 m,
la visita fue externa, porque en ese momento la lluvia estaba amenazante y
decidimos no mojarnos e ir directos a la ciudad. La principal atracción de la
ciudad es el castillo, muy al estilo del de Edimburgo, algo destartalado, a
base de edificios de distintas épocas y estilos, pero bonito, además lo pudimos
visitar tranquilamente, los distintos museos incluido el que hay dedicado a los
niños que a Cristina le encantó.

Alrededor del castillo un casco
histórico bonito donde destaca sobre todo la iglesia de Holly Rude y su
cementerio, pera mi de la mas bonita que vi en Escocia. Y vuelta, pero como
teníamos tiempo hicimos 2 paradas, la primera en el blackness Castle, un pequeño
pero muy bonito castillo que daba a la bahía de Edimburgo, lo malo que
estábamos en alerta por viento y nos podéis imaginar el vendaval, de hecho nos
dio miedo ir al embarcadero de donde la vista era mejor, hacía tanto viento que
el puente que cruzaba la bahía estaba cerrado pera autobuses de doble planta,
la verdad que me dio miedo cruzarlo con el coche. Y una segunda parada en la abadía de Dunfermline, pudimos verla de
casualidad porque encontramos una puerta abierta, pero la parte atigua había
que pasar por una taquilla que acababa de cerrar, por 5 min, puntualidad
escocesa, porque la mujer no nos hizo ni caso.

El último día recogimos las cosas
y pusimos rumbo al aeropuerto, la idéa era parar en Glasgow pero la lluvia era
muy intensa, así que sin parar hasta Dundonals, donde pudimos ver su castillo,
eso si bajo una lluvia que no paró en todo el día y una breve visita a Ayr, un
pueblo con un paseo marítimo muy bonito, pero una vez mñ
as la lluvia se empeñó
en fastidiarnos este último día, y al Aeropuerto, donde no las teníamos todas
con nosotros, el viento era semihuracanado, pero salimos, y en hora. Málaga y
de ahí a casita, la verdad que no se me hizo muy pesado, ya hemos probado y
podemos repetir la salida desde Málaga, lo que supone ampliar nuestros
horizontes.

Y nada más, para mi sin duda un
viaje de lo más completo, naturaleza, ciudades, monumentos, castillos, leyenda,
pero lo mejor sin duda es ver como ya podemos hacer un viaje tan largo y tan
lejos con Cris, ella disfrutó muchísimo lo único que hay que hacer es de todo
un juego, su frase favorita del viaje era, papa quiero ver otro castillo de
Brave!!!! Y a Mordu!!!