
Elige el sitio del mundo al que
preferiría ir? Uhh ehh Escocia. Entonces para que seguir mirando. Y así es como
este año elegimos el viaje, ni el precio, ni la pereza de salir desde Málaga,
tan simple como eso. Y en general Escocia no decepciona, tiene una mezcla que
la hace especial, una mezcla entre paisajes salvajes al oeste y unas ciudades
monumentales al sur, entre leyendas celtas que se pierden desde la época romana
y una era moderna asociada al imperio Británico, estamos en una de las regiones
más modernas y avanzadas de Europa, pero tiene ese toque de desorden, de gente
de campo ruda, no esto no se parece en eso ni a Holanda, ni a Alemania, ni
mucho menos a Suiza y eso me encanta.

Pues nada que el lunes 4 de
Agosto, pusimos rumbo a tierra escocesas, con un periplo la mar de largo, de
Tomares a Málaga, avión a Glasgow y de ahí otras 3h de coche hasta Fort
William, donde pasaríamos nuestros primeros dos días, todo un viaje de por si.
Pero bueno al final no se nos hizo muy pesado y Cris de nuevo emocionadísima
por subir al avión, no es su primera vez, pero ella encantada, todo el camino
sin parar, nerviosita a veces pienso que es más consciente de las cosas de lo
que creemos.
El primer shock vino con conducir
un coche con el volante en el lado contrario, madre lo que acojona, hacerte a
cambiar las marchas con la izquierda, a calcular las distancias y lo peor a
coger las rotondas alrevés. Tarde casi 2 días en hacerme al asunto, la de veces
que me fui a montar por el lado del copiloto, la de veces que me fui a poner el
cinturón con la mano contrario y la de bordillos que me comí por no calcular
las distancias, pero lo conseguí, en 2 días estaba todo controlado y al final
fue más una experiencia que otra cosa peor.
Nuestro primer día consistió en
recorrernos la zona oeste entre Glasgow y Fort William, espectacular sin duda,
la zona más bonita de Escocia, el fallo fue no pasar por aquí más días. El loch
Lemond es el lago más bonito de todos los que vimos, paisajes verdes, rodeado
de montaña, merece la pena pasear por sus orillas y hacer excursiones a las
altas cumbre, pero nosotros sólo lo pudimos ver de paso con una breve parada en
el pueblo de Luss para que Cristina practicara su deporte favorito, echar de
comer a los patos. Y de ahí a al Glen de Coe otra de las maravillas escocesas,
los Glen son valles generalmente glaciares, este junto con el de Shiel son los
mas impresionantes, estás rodeado de montañas de apenas mil metro, pero perece
que estás en plenos Alpes, por el verdor de los prados, por forma de los picos,
hombre no es el valle de Aosta, ni el Mont Blanc, pero os aseguro que no se
parece en nada a las sierras que estamos acostumbrados por el sur. Aquí hubiese
pasado yo toda la semana y ya lo tengo apuntado para una próxima visita.
Y Fort William para acabar, vaya
primer día, ya de aquí no hace falta moverse, la zona de montañeros escoceses,
a pies del Ben Nevis que es la montaña más la alta de UK y atrae a montañeros,
alpinista y escaladores de toda la isla, con el ambiente que eso supone, las
tiendas que hay de montaña, etc etc. Lo dicho si no nos hubiésemos movido de aquí
en toda la semana ya hubiese merecido la pena el viaje. El Ben Nevis se queda
en nuestro punto de mira, para cuando Cris sea mayor y podamos volver.

El segundo día tocaba alrededores
de Fort Willian, primera parada en una pequeña montaña a los pies del lago
Loyne, donde de casualidad encontramos una especie de memorial improvisado
donde todo el mundo ponía piedras, en principio no se sabe muy bien para que,
pero si caminas entre los montículos descubre que muchos son homenajes a
persona muertas, con placas, cartas y demás, el tema de los memoriales en Gran
Bretaña y muchas zonas de Europa merece un reflexión, es raro el pueblo que no
tiene su pequeño homenaje a los caídos en las guerras, sobre todo las
mundiales, es una de las cosas que más me llaman la atención de aquí o de
Francia, no olvidan lo que estas personas hicieron por la paz de Europa, no me voy a enrollar más,
pero siempre presumiré que riotinto es uno de los pocos pueblos de España que
tiene un monumento a los caídos en la primera guerra mundial, es lo que tiene
haber sido un pueblo ingles, monumento algo escondido y olvidado pero para mi
una de las grandes maravillas del pueblo.

Siguiente parada el Glen de Shiel,
como ya he comentado una de las zonas con las montañas más escarpadas de
escocia, aparentemente una zona alpina, a la vuelta paramos una rato y
estuvimos paseando por un camino acercándonos al pie de las montañas y por casualidad
descubrimos una ruta que crestea por todas las cumbres, una ruta que según
leimos era compleja y sólo se podía hacer pidiendo permiso a la autoridad
competente, mooola, otro motivo más para enamorarnos de esta zona. Y al final
del valle el maravillo castillo de Elian Donan, un castillo pequeñito, muy bien
restaurado, en una isla a la que sólo se pude acceder por un puente de piedra,
le da una imagen mística, es la imagen de muchos de los folletos turísticos
sobre escocia, el prácticamente la imagen de Escocia.

Y de ahí en un salto a la isla de
sky donde pudimos comer en la playa de Kyleakin, esto si que es una zona de
película, una isla perdida, con un puerto de pescadores que se veía que no
había cambiado en muchos años, de buena gana hubiese recorrido toda la isla,
pero es enorme y ya tocaba regresar, con las parada ya mencionada en Shiel y ya
de paso en la pista de esquí de Fort Willian, la que da acceso al Ben Nevis.
Cristina quería subir en los telecabinas que funcionan en verano para
senderistas y bikers, si no la cojo se mete por debajo de los tornos y se sube
sola, pero ya era casi la hora del cierre y le tuve que prometer que le llevaría
a Sierra Nevada este invierno.

Por cierto, esa noche descubrimos
uno de los grandes problemas de Escocia, la hora de la cena y los niños, en
Escocia no se come especialmente mal, los restaurantes ponen comidas
tradicionales que son aceptables, el problema que la inmensa mayoría de los
restaurantes son también pubs y la ley dice que un menos de 14 años sólo puede
entrar en un pub antes de las 8 y si está comiendo, es decir que de tomar
cervecitas con el niño nada de nada, y o cenas ates de las 8 o te jartas de
McDonnals, al principio nos mosqueó y hubo días que hasta nos costó cenar, pero
hay que entender que aquí las 8 son como las 12 de la noche en España, y te
dicen que hace un niño en un pub a esa hora?? Si sólo hay gente emborrachándose.
En fin cosas del progresismo.
El tercer día tocaba el mítico lago
Ness, y bueno mítico es y la primera vez que lo ves estás como expectante
esperando que salga el monstruo, pero si os digo la verdad una vez que se te
pasa esa sensación, el lago no es el más bonito de Escocia ni mucho menos, se
acabaron las montañas altas y escarpadas, se acabaron los paisajes místico,
conforme avanzas hacia el este, se va convirtiendo en una zona más plana,
ganadera y agrícola. Tras una pequeña visita a otro de estos mausoleos que
encontramos por la carretera, la primera parada fue la entada sur del lago,
Fort Augustus.

Nos gusto bastante, aunque
estuvimos bajo el primer chirimiri que nos cayó, el pequeño pueblo es bonito,
pero lo mejor de todo es que tiene unas exclusas de entrada al lago que estaban
en pleno funcionamiento atestadas de barcos, y era muy curioso ver como subían
los barcos de un lago a otro. Y de allí al mejor sitio sin duda del lago, el
castillo de Urquhart. Medio derruido, en un saliente que hacia que tuvieses
unas vistas espléndidas del lago, aquí si da la sensación de volver a estar mil
años atrás, además es muy curioso la entrada. Como está en bajo con respecto a
la carretera, bajas por unas escalaras como si entrases en unas mazmorras y llegas
a la tienda-bar, te ponen un audiovisual (por cierto, Cris se tragó los 10min
sin rechistar y cuando acabó fue la primera que se puso a aplaudir) y de
repente se abren todas las cortinas y ves por primera vez el castillo y las
vistas, muy conseguido.

Y de ahí al quizás el mayor pufo
del viaje, como era la hora de comer decidimos no parar en Drumnandrochit e ir
directamente a Inverness. En la primera está el centro de interpretación del
lago y hubiésemos conocido algo más de la leyenda, pero fuimos a la segunda
recomendado por la guía, que esa es otra, vaya mierda de guía, los de Lonely
planet se han lucido, y sin paños calientes vaya mojón de ciudad, 1h de atasco
para entra, 1hora para aparcar y cuando llegamos se pone a llover, lo justo
para comer, recorrer la calle principal, gris y algo sucia y coger el coche
para tragarnos otro atasco para salir, en resumen, media jornada perdida, me
quedaré con 2 cosas positivas, la primera es que visitamos el primer cementerio
de los muchos que vimos, no recuerdo el nombre de la iglesia, pero el
cementerio es como todos los de escocia tenebroso a la vez que bonito, son
jardines de césped muy cuidados, en medio de los cuales salen como setas
lápidas nuevas de hace 2 años o totalmente destrozadas de hace más de 400,
todas las iglesias suelen tenerlos y es casi parte del jardín de las casas
adyacentes, la gente convive con estos cementerios casi de peli de terror. Y lo
segundo que conocimos al cuarto miembro del viaje, Nessi, un peluche que
compramos para Cris, que lo convirtió casi en su bebe, y sale casi en más fotos
que nosotros. En fin, es el primer juguete con el que le he visto tremendamente
ilusionada.

Sin duda mejor hubiese sido parar
en Nairn, el pueblo siguiente que hay camino de Elgin, donde pasaríamos noche,
el pueblo sólo lo vimos por la carretera, pero tenía un aspecto medieval muy
bonito, nada que ver. Además esa tarde hicimos una pequeña visita a Fort
George, es un gigantesco fuerte militar que aún funciona como tal, y que sólo
nos dio tiempo a ver por fuera, aún así merece la pena. Y a Elgin, de Elgín
solo voy a decir que no es la alegría de la huerta, salimos por la noche a
cenar y estaba todo casi vacío, menos mal que encontramos un italiano, pero
tiene una catedral muy curiosa, es como la de San Andrew, está en ruinas (eso
de las iglesias en ruina parece que es algo típico de aquí, serán los
temporales?) y tiene su cementerio rodeándola completamente, un sitio precioso,
da una sensación de misticismos increíble.