
Este viaje, ha sido como tachar
una línea de la esa lista de “cosas que hacer en tu vida” que todos hemos
pensado alguna vez. Desde luego esquiar en los Alpes estaba en mi lista, y no
es que tenga un mérito muy especial, pero es algo que siempre recordaremos una
y otra vez a lo largo de nuestras vidas, si, “yo he esquiado en los Alpes”.

Así que el viernes 23 de febrero
y tras despedirnos de nuestras peques cogimos un avión a Bérgamo. Llegamos
sobre las 11 de la noche, y ahora vino la película del viaje, no me voy a extender,
sólo diré que las casas de alquiler de coche a veces se tendrían que plantear
su forma de actuar, solo hay que ver los miles de comentarios negativos que
circulan por distintos foros. Bueno, nos costó 1h, 4 visitas al mostrador y
cambio de coche a uno de menos categoría, el poder salir del Aeropuerto. Eso
hizo que no llegáramos hasta la 1 de la mañana a Castro en el Lago Isseo. Al
menos allí nos llevamos la primera grata sorpresa del viaje, una apartamento
muy grande y muy chulo en el que pasaríamos el fin de semana.

El sábado decidimos no darnos el
gran madrugón que teníamos pensado, y nos levantamos a eso de las 8,
desayunamos y pusimos rumbo a la pista de esquí del Passo del Tonale. Le
habíamos dado muchas vueltas a donde ir, desde Bérgamo las más cercanas están
junto al lago Isseo, pero son pequeñas, si hace1h de coche puedes llegar a
Aprica o al Passo del Tonale que ya es otra cosa. Ya por el camino te dabas
cuenta que entrabas en plenos Alpes, desvío al Mortirolo, desvío al Gavia,
míticos puertos del Giro, aquí se respira montaña en estado puro.

El Passo del Tonale es una pista
de esquí con 3 zonas. Los pueblos de Temú, Ponte di Legno y la zona del Passo.
Nosotros fuimos a la tercera que es la más lejana y la más alta (1800m). La
verdad que podíamos haber parado en el pueblo y coger un telecabina, evitando
subir al puerto en coche, pero el tiempo estaba genial, sol y temperatura muy
agradable, así que no nos dio miedo subir, había muy pocas probabilidades que
nevase y tuviésemos problema en la bajada. A las 10 estábamos en el puerto y en
apenas 15min habíamos alquilado esquís y comprado el forfait, el mismo sistema
que en España, además rápido y muy poca gente.

Las pistas una pasada, 100Kms, no
paramos, remonte arriba, remonte abajo, primero por la zona del Passo, allí nos
atrevimos, no sé si sin querer con una pista negra, de allí a la parte alta de
la zona norte a mas de 2500mtrs, donde hicimos una breve parada, vaya calor,
esto no sé si es normal aquí. Bajamos a ponte di Legno y volvimos a probar una
zona de experto, mezcla entre negras y rojas, aquí al estar más bajo esquías
entre bosques, lo que te da una sensación diferente a lo que estamos
acostumbrados. Y así todo el día sin parar, sólo nos falto ir a Temú (que creo
que no merece la pena), y la parte alta de la zona sur, es la más alta, a
3000m, pero sólo la puedes bajar por una pista negra muy larga, y ya no nos
atrevimos.

A eso de las cuatro, después de
casi 6 horas estábamos reventados, así que decidimos parar antes que las
piernas ya no nos respondiesen, cogimos el coche y sobre las 8, estábamos en el
pueblo, duchaditos y tomándonos nuestro Aperol Spritz. Después una cena, en un
restaurante junto al apartamento, para evitar coger el coche, que la verdad
estuvo muy bien. Es un sitio que se llena de gente del pueblo, y evidentemente
al ser sábado no había mesa, pero como estábamos en el apartamento del dueño
del restaurante nos hizo un hueco y nos invitó a una copita mientras
esperábamos.

Sabíamos que el domingo el tiempo
empeoraba, venía una tormenta siberiana, el monstruo. Ese nombre era como para
que nos preocupáramos, ¿llegaríamos al aeropuerto? Saldría el avión?. A las 5
de la mañana se escuchaba caer nieve, pero al despertar vimos que no era para
tanto, las carreteras parecían despejada y nevaba muy débilmente. Así que
decidimos bordear el lago Isseo y no ir directo a Bérgamo. Quizás no es el más
espectacular de los grandes lagos italianos, pero es un lago bonito, al pie de
las montañas, con pequeños pueblos, lo afea la cantidad de zonas industriales
que hay, pero bueno, el progreso debe llegar a todos lados.
Merece la pena bordearlo tranquilamente,
disfrutando de las vistas y la carretera, y parar en algún pueblo. Nosotros
sólo paramos en Predore, es un pueblo bonito, con varias iglesias y unas termas
romanas, una pena que estuviese casi todo cerrado.

Y a Bérgamo, allí ya nevaba algo
más fuerte. Paramos en la ciudad baja y decidimos subir andando a la alta.
Bérgamo es una ciudad muy bonita. La zona alta es un laberinto de calles lleno
de tiendas, restaurante y gente. Destaca el pequeño castillo de la roca, con
unas vistas impresionante a las montañas y al resto de la ciudad, y Santa María
la Maggiore, la iglesia es espectacular, me recuerda a mucha de las que vimos
en roma, estaban dando misa y no dejaban entrar a los turista, no sé porqué me
puse a hablar con el cura que había en la puerta, medio español medio italiano,
y me dijo, entra pero no estés dando vueltas. Mereció mucho la pena. Además, es
una zona llena de palacios y museos. Hace unos años estuvimos cenando una noche
en Bérgamo y apenas nos dimos cuenta de la cantidad de cosas que tiene esta
ciudad, y lo que nos queda, de la parte baja no vimos nada, siempre hay una
excusa para volver.

Y poco más, que el avión sólo se
retrasó una horita con la nieve, y a eso de las 9 de la noche estábamos en casa
con las peques. Ha sido un viaje increíble, lo hemos pasado genial, hemos visto
muchas cosas nuevas en una zona que hemos visitado ya por lo menos cuatro veces
y aún así estamos deseando volver, y como decía al principio hemos tachado una
de las “cosas que hace durante nuestra vida”, si, hemos esquiado en los Alpes.
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