El lunes es uno de esos días que
decides hacer un turismo más convencional, la idea era ir a Anso, porque en
todas las Webs viene como uno de los pueblos más bonitos de España. El problema
es que estaba muy lejos, a casi 2h en coche, de carretera algunas no muy
decente, pero era como una espinita que teníamos clavada, está en la frontera
con Navarra y ya hace 3 años cuando fuimos al pirineo Navarro nos quedamos con
las ganas, así que era ahora o quizá nunca.

No pensábamos que el viaje se nos
haría tan pesado, con vomitona incluida de Cristina, la primera (no sería la
última) de estas vacaciones, que salvamos de milagro usando una bolsa. Sólo
destacar el principio de la carretera cuando entras en el valle, un desfiladero
impresionante, con la carretera prácticamente cavada en la roca a pico y pala.
El pueblo, si es bonito, es muy bonito, pero de los más bonitos de España, no
sé yo, igual ya le tenía manía. Es el típico pueblo de piedra, con calles
estrechas, muy cuidado, limpio, muy bonito para un paseo, pero a 5 minutos de
Escarrilla había 5 o 6 igual que este, en fin.

Que tras la visita decidimos
pasar al valle de Hecho, y sorpresa, la carretera es mucho mejor, ofu, porque
no vendríamos por aquí, bueno dejo de poner ya pegas, pero es que para colmo ya
no nos daba tiempo a ver Hecho y el monasterio de Siresa, al final vamos a
tener que volver otro año. Bueno que comimos en un merendero tranquilo de la
carretera y decidimos ir al monasterio de San Juan de la Peña cerca de Jaca, y
el día se empezó a enderezar. El monasterio es una pasada, de lo más bonito que
he visto.

Tienes que subir por una
carretera de montaña muy bonita a lo más alto, donde está el monasterio nuevo
que ahora mismo es un Hotel y hace las veces de Museo. La visita está bien, te
explica toda la historia del monasterio y puedes ver por el suelo acristalado
las ruinas del monasterio original que se quemó hace ya 2 siglos. Cristina
alucinaba, cogió la cámara e hizo al menos 100 fotos, hace poco las he revisado
y casi se puede hacer un inventario de las piezas del museo, hizo foto a todo.
Pero quedaba lo mejor, de aquí salen autobuses que le llevan al monasterio
antiguo, vamos al original, del S XI,
cavado literalmente en la roca. Hay zonas que se conservan muy bien y merece
mucho la pena venir. Además este es el Panteón de muchos de los reyes de
Aragón, que están enterrados aquí.

El claustro es una pasada, está
semi en ruinas pero puedes ver la esculturas en las columnas que son preciosas,
nuestra guía las explicaba una a una, y Cristina la primera super atenta, al
final, como no, la guía se hizo su amiga y le contaba cosas, le decía a la
gente, empezamos cuando Cristina llegue… vamos la atracción del grupo. Para
completar el conjunto monumental en el pueblo donde empieza la carretera, Santa
Cruz de la Seros, hay otra preciosa iglesia del S.XI. En resumen una tarde muy
bien aprovechada.

Para terminar el día nos
acercamos a Jaca, y la verdad que no decepciona. Tenía buen recuerdo de cuando
vine con Marga hace 3 años, en invierno con todo nevado, ahora era distinto,
pero la ciudad es igual de bonita, con la ciudadela que es un castillo-museo
muy chulo, la catedral que es bonita y sus calles estrechas llenas de bares con
un ambientazo impresionante, tanto que hasta nos costó encontrar un sitio en
una terraza para tomar una cerveza. Lo malo de tanta gente es que Cristina nos
dio el susto del viaje y se perdió, a Marga casi le da algo, menos mal que solo
había ido a la siguiente esquina a esconderse como un juego, menuda bronca se
llevó la pobre.

Para terminar cena en McDonald y
a casita justo tiempo. No he visto una tormenta así en mi vida, conforme íbamos
subiendo el valle la veía acercarse, cada segundo un rayo parecía el
apocalipsis, Marga estaba totalmente acojonada, llegamos justo a tiempo, 1
minuto antes de que empezara la impresionante granizada, ahora si que agradecía
tener el coche en el garaje.

El martes tenía pensado una excursión
muy chula que descubrí como por casualidad, el tren de Artouste. Un tren que
recorre lo más alto de las cumbres por el lado francés, hasta hay que coger un
teleférico para llegar a la parada de inicio. Pero no contaba con algo que
recuerdo qu emi amigo Oscar me advirtió en mi primera visita, cuando hice la
Quebrantahuesos, por muy bueno que esté aquí el tiempo cuando cruzas a Francia
todo cambia. Y así fue, lluvia, viento, frío, no era nada agradable, así que
decidimos seguir dirección Francia a ver si mejoraba el tiempo.

Primera parada, el pueblo de
Laruns, es uno de esos típicos pueblos franceses, bonito y con mucha vida.
Muchas pastelerías, tiendas de quesos, etc. Aprovechamos la parada para que las
niñas estuviesen un rato en el parque y comer un rico pastel, pero el tiempo no
mejoraba, así que decidimos cruzar al valle de Panticosa por el Marie Blanc.
Que recuerdos más buenos de cuando lo subí, aunque ahora íbamos en dirección
contraria. La idea era parar en las praderas que hay en la cumbre, pero nada
seguía lloviendo, así que decidimos volver a España por el túnel del Somport.
8,8Km de túnel, Cristina encantada, con lo que le gusta un túnel, todavía
presume de cruzar el túnel más largo de España.

Y en España, sol y más sol.
Sorprendente, mucho viento, pero despejado. Comimos en un merendero en Canfranc
y fuimos a ver la famosa estación. Eso si, sólo por fuera porque las entradas
estaban agotadas para 2 días. Hubiese estado chulo, porque la estación
impresiona, no sé que pretendieron montar aquí, y aunque llega algún tres, el
edificio principal está abandonado. Es el símbolo de la historia del esplendor
de los trenes.

Había sido un día flojito, así
que decidimos parar en los dólmenes de Santa Elena, y bueno, primero hicimos
una pequeña ruta por un camino que lleva
a Biescas. Lo han preparado muy bien, va recorriendo antiguos puente, metido en
un bosque bastante tupido, la cosa empezaba a mejorar, además vimos los
dólmenes, bueno estaban reconstruidos, pero te haces una idea de lo que había
aquí hace cinco mil años.

Y quedaba lo mejor, subida a la
ermita de santa Elena. La subida es en zig-zag por el camino de una antigua
fortaleza que siempre ves en lo alto, y hasta donde tienes que llegar. Todo muy
bien hasta que Cristina se empeñó en no ir en Zig-zag. Así que allí íbamos ella
y yo acortando, mientras Marga y Martina daban toda la vuelta por el camino. Una,
dos y hasta tres veces, hasta que en uno de esos atajos la inclinación empezaba
a ser muy, pero muy peligrosa. Nos habíamos quedado atascado, no sabía si seguir
subiendo o bajar, Marga nos veía ya desde arriba asustada, por un momento pensé
que íbamos a tener que llamar a emergencias. Subía a Cristina un metro y luego
subía yo, Cristina ya estaba muy nerviosa, me tiraba muchas piedras cada vez
que daba un paso, y yo me resbalé hasta un par de veces, pero pude agarrarme a
una roca para no caer mas de 2 o 3 metros. Lo pasamos realmente mal, pero
llegamos. Menuda bronca nos llevamos. Cuando miraba por donde había subido, de
verdad pensaba que había sido algo imprudente meter a una niña por ahí, pero
ahora con el tiempo cada vez que lo cuento digo, fue nuestra gran escalada,
lástima que en ese momento ni cayera en hacer una foto.

Bueno después del susto paramos
un rato en lo más alto de la montaña, donde está la Ermita de Santa Elena, muy
bonita por cierto, parecía una de esas imágenes de los Alpes, me recordaba
mucho a Heidi, y poco más, foto y para abajo, al final nos había salido otro
fantástico día de montaña, aunque Marga siempre lo recuerda como el día que
casi tuvimos que llamar a los bomberos.
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