
Y llegaron las vacaciones de
verano!! este año de nuevo montaña, y ya algo más serio, viajecito a los
Pirineos que la más peque tiene ya más de 1 año y hay que empezar a
espabilarla. La zona seleccionada fue el Valle de Tena en Huesca, es la tercera
vez que visito esta zona, pero la primera en plan montañismo, y la verdad que
no nos ha decepcionado en Absoluto.

Así que ahí estábamos, el jueves
3 de agosto a las 6 de la mañana los 4 miembros de la expedición poniendo rumbo
al norte de España. El viaje bien, sin contratiempos, a eso de las 12 ya
habíamos pasado Madrid y a la hora de comer estábamos ya en Carenas donde
pasaríamos la noche. La idea era ir esa misma tarde a ver el Monasterio de
Piedra, y así lo hicimos, con casi 38º en una zona súper árida pesábamos que
iba a ser una tortura, pero no nos quedaba otra, las entradas, que por cierto
son bastante caras, las había comprado por internet y no era cuestión de
tirarlas, además no podía ir a la piscina del pueblo porque no pensamos en
ningún momento traer bañador al viaje, gran fallo, tampoco ocupan tanto y
siempre sale alguna oportunidad de bañarse.

Comimos en el apartamento y a eso
de las 5 de la tarde nos acercamos a Nuévalos donde está el Monasterio. El
Monasterio en sí, no es nada del otro mundo, es bonito, lo mejor la explicación
que nos hicieron y Cristina que siempre pegada a la guía escuchando con
atención como si se enterase, cuando nos retrasábamos haciendo alguna foto ella
se ponía nerviosa, venga papá que nos lo perdemos, es que tengo una niña demasiado
responsable. Que destaco, el claustro está bien y sobre todo la ruina de la
iglesia, y la cripta que hay bajo esas ruinas con los resto (se ven los huesos)
de ahora no recuerdo quien.

Pero lo mejor del monasterio esta
fuera, han construido unos jardines reconduciendo el rio y formando una especie
de bosque, con un microclima, con 10º menos que fuera, aquí no hace calor en
absoluto, es algo sorprendente. Y lo más espectacular han hecho cuevas y
cataratas impresionante, pero alguna de por lo menos 50m, son increíbles te
pones al lado e impresionan, por esto si merece la pena haber pagado la
entrada
https://www.youtube.com/watch?v=BeoVFybQpbI
Tras la visita paramos en Nuévalos
a tomar una cervecita. Con el calor que hacía para mi la mejor de todo el
viaje, una Ámbar, curioso que estando en Aragón no nos la pusieran ya en todo
el viaje. Al día siguiente directo a los pirineos. Primera parada Sabiñánigo,
bueno ya lo dije en mi anterior visita hace unos años, no es un pueblo idílico
de montaña por decirlo suavemente. Pero nos sirvió para dar un paseo, obtener
información en la oficina de Turismo, comer y comprar provisiones para una
semana.

Y a Escarrilla, la que sería
nuestra casa durante la próxima semana. La verdad que mejor imposible, la casa
preciosa, una pequeña urbanización de montaña, moderna pero conservando la
estética de la zona. La casa con todas las comodidades posibles, vamos un
acierto. Y el pueblo igual, pasa la nacional y eso no lo hace tan auténtico
como otros cercanos, pero tenía todo lo que necesitábamos, así que la tarde la
pasamos paseando y jugando con las niñas en el parque. Mañana empieza la
montaña.
El Sábado 5 decidimos quedarnos
cerquita, directamente al balneario de Panticosa, a menos de 15 min. El
balneario es un hotel junto a un laguito, alrededor del cual hay muchas zonas
con césped y sombra para poder montar un picnic, se da un aire a Vall Nuria. La
idea era hacer una pequeña ruta aprovechando el famoso GR11 (la transpirináica)
que sube hasta el Ibon (es como llaman aquí a los lagos) de Bachimaña donde hay
un refugio.

Quizás el error fue empezar por
el margen Oeste del río Caldarés, el camino es complicado, con zona de
bastantes piedras incluso pasos que ha puesto cuerda para agarrase. A ver, no
es tan complicado, pero cuando vas con una niña de 5 años y otra de 1 en un
cangurito ya es otra historia, además no era el mejor día de Cristina así que
tras unos 30 minutos de ascensión, aprovechando un puentecito que cruzaba al
otro lado, decidimos parar y empezar a bajar, también he de decir que el camino
en sí es precioso, va encajonado en una garganta junto al río, ganando poco a
poco altura, viendo cada vez más abajo el lago de Panticosa, hubiera sido una
pasada llegar hasta arriba, pero sabíamos que eso era casi imposible, así que
fuimos realistas y empezamos a bajar por el lado este, por cierto bastante más
sencillo, quizás por aquí hubiésemos subido algo más, pero llegar al Lago con
las niñas creo que ni de coña.

Ya de nuevo en el Lago de
Panticosa, aprovechamos para estrenar nuestra nueva manta y hacer un fantástico
Picnic en familia. Cristina y yo
intentamos bañarnos como hicimos el año pasado en Sanabria, el tiempo
acompañaba, pero cuando metimos los pies, esto si es un lago glacial, Cristina
me decía, papa es que está tan frío que duele. Me costó que quisiera irse, porque
Cristina estaba empeñada en irse la última del merendero, creo que nos lo
pasmos muy bien.

Como era temprano decidí
enseñarle a Marga la subida de la Hoz de Jaca, y no decepciona, tal y como la
recordaba. La carretera sale del precioso pueblo de El Pueyo y rodea el pantano
de Búbal, la subida es apenas 2Kms, pero de infarto, con una carretera que
apenas cabe un coche, que me lo digan a mi cuando lo sibí en bici después de
más de 180Kms en las piernas. Justo cuando termina está otro precioso pueblo de
montaña, la Hoz de Jaca, y sorpresa hay una tirolina impresionante de casi 1Km
bajando 120mtrs de altura. No pudimos probarla, pero estuvimos más de 30
minutos viendo a la gente tirarse, Cristina estaba alucinando. Y a casita a
merendar, que por cierto fantástica la rulot-churrería que teníamos junto a la
casa.

El domingo aprovechando el buen
tiempo y nos cercamos a Sallent del Gallego. A menos de 5Kms está el embalse de
la sarra. De ahí empieza una ruta, parte de la transpirenaica de nuevo, que
sube por el río aguas limpias hasta el pantano y el refugio del Respumoso. Son
7Kms ida, y una vez más se nos hacía muy largo con las niñas, así que nuestro
objetivo quedaba en unas cascadas que había a mitad de camino.

El camino en general más fácil
que el de ayer muy bonito, cogiendo altura por un cañón, viendo el valle cada
vez más abajo, las niñas parecía que disfrutaban y el camino se nos hizo fácil
y ameno. Poco antes de llegar a las cascadas la cosa se complica, la pendiente
aumenta, el camino se convierte en un pedregal, incluso atraviesas una zona a
menos de 1 metro de unas cataratas que caen por un lateral del camino y lo
inundan todo. el ruido es ensordecedor y te pones pingueando, además hay que
tener mucho cuidado porque el suelo resbala muchísimo pero merece la pena.

Una vez que pasas esa zona, queda
una cuesta muy dura para llegar a las cataratas. Un sitio precioso, ideal para
descansar y tomar algo, el tan ansiado momento de Cristina de comer chuches, es
uno de los motivos por los que le encanta esto de la montaña. Como íbamos bien
decidimos seguir, el camino es ya más plano y eso nos da un respiro, el único
problema es que uno de los laterales tiene una caída vertical de casi 100mtrs
al río, hasta han puesto una pequeña cuerda más como aviso que como protección,
y tienes que estar muy pendiente que las niñas no se te vayan al lado derecho
del camino, sólo asomarse impresionaba, te das cuenta de todo lo que hemos
subido ya.

El problema, que había zonas que
eran un barrizal y Cristina iba ya tan confiada que acabó rodando por el barro.
A partir de aquí cambió un poco su actitud y ya quería volverse, la verdad que
ya llevábamos una buena ruta por lo menos 4Kms de subida y quedan 4 de bajada,
así que una vez más decidimos dar la vuelta.

Abajo, en el lago, comimos en un
merendero muy bien preparado, lleno de gente que había venido con sus
autocarabanas, pero sobre todo con las furgonetas que están tan de moda y que
nos encontraríamos cientos paradas en todas las áreas de descanso. Incuso
pudimos ver un pequeño curso de escalada que le hacían a unos niños en una roca
junto al nosotros. Cristina flipaba, pero cuando le decía que si quería subir
un poco, se echaba atrás, no sé yo si va a ser capaz de controlar ese miedo, si
es que es como la madre.

Por la tarde decidimos visitar el
parque faunístico (vamos un zoo) de Lacuniacha en Piedrafita de Jaca. Es algo
caro, pero está bien para los niños, pueden ver muchos tipos de animales, desde
ciervos hasta osos o lobos. Cuando vi que había que andar otros 4 o 5 kms con cuestas
muy duras no las tenía conmigo, ya llevábamos unos cuantos Kms por la mañana,
pensaba que Cristina se me plantaba, pero a ella mientras le guste lo que vea y
vaya entretenida sin problema, y Martina aguantando como una campeona en el
cangurito, viendo animales no se acuerda de que está cansada, a todo lo llamaba
jaca, me acuerdo del vídeo del pirineo Navarro donde Cristina con su edad
llamaba guagua a las vacas.

Curioso esto de los reservas de
animales, porque cuando llegas a los animales más peligroso, osos, linces,
zorros, ya de semilibertad nada, están en un recinto cerrado, algo más grande
de lo que están en un zoo, pero no mucho más, y tu obsesión es conseguir ver el
siguiente. La decepción que nos llevamos cuando el lobo no aparecía, y el
último el zorro, que tampoco aparecía, ya íbamos mosqueado, le decía a
cristina, nos tienen que devolver dos parte de la entrada y Cirstina súper
convencida, entonces alguien gritó, el zorro, y todo corriendo para atrás,
todos súper felices y contentos de ver un pequeño zorrito. Lo que me reí es cuando ya estábamos llegando
al final y de dice Cristina, papa como hemos visto el zorro, ya sólo le tienes
que pedir a la mujer una parte de la entrada por el lobo. Y poco más, para casa
que hoy nos hemos dado una paliza tremenda, mañana más.
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