
El viernes nos tocaba nuestra
visita más cercana Oberammergau. Justo a la entrada del pueblo hay una montaña
a la que puedes subir con un telesilla, volvimos a dudar por la calor pero nos
animamos. Pensaba que el trayecto iba a ser más corto, nada de eso, es
larguísimo, yo subí con Martina con mucho cuidado y algo de miedo, pero se
portó como una campeona riéndose todo el tiempo (no sé si le hacía gracia o
eran los nervios). Por suerte arriba todo había cambiado, estábamos por encima
de los 1000mtrs y ya no hacía tanto calor.

La parte de arriba del telesilla
es otro pequeño parque de aventuras, con actividades para niños y mayores. Tras
montarse varias veces en unos columpios, unas tirolinas y algunos toboganes
decidimos empezar la ruta, la idea era hacer la fácil, caminar por un sendero de
un bosque y llegar a una iglesia, allí ya estudiaríamos si subir o no al
refugio en lo alto de las montañas. El sendero precioso, completamente
cubierto, en un bosque de muy tupido, unos 40 minutos de caminata sin desnivel,
muy pero que muy bonito.
Al final del sendero llegamos a
una pista y tomamos dirección hacia arriba, aquí ya la cosa se complica, la
pendiente empieza a ser muy dura, Marga tiraba de Cristina y yo con Martina a
cuesta, subir y subir, cuando llevábamos casi 15 minutos empezaba a sospechar
que habíamos cogido la dirección errónea, y efectivamente, la iglesia se había
quedado atrás y ya entreveíamos a lo lejos el refugio. No nos quedaba otra que seguir subiendo, en otros 20 min nos habíamos plantado en el refugio. Rutón
hora y media, sin una sola parada, de nuevo las peques me sorprendieron.

Aquí ya estábamos bastante alto,
el único sitio de todo el viaje que tuvimos algo de frío, las vistas
excepcionales, al este todo el valle de Oberammergau, al oeste más
espectacular, una caída de casi 1000m hasta el valle de Linderhoff, con el
Castillo abajo y los gigantes alpinos al otro lado. Y el refugio una pasada,
para hacer noche, o al menos comer, la terraza con mejores vistas de todo el
viaje, nosotros nos tomamos una cerveza y empezamos la bajada. Decidimos volver
por el mismo lado y evitar la pista que pasaba por la iglesia que tenía más
desnivel.

Para mi sin duda la mejor de las
3 rutas, y eso que las 3 fueron espectaculares, pero esta requirió un plus de
esfuerzo que me hace pensar que Cristina está próxima a poder hacer rutas más
interesantes. Y ahora faltaba bajar, Martina y Marga en el telesilla, pero
Cristina y yo cogimos el trineo, igual que el día anterior pero mucho más
largo, bajando toda la montaña a toda velocidad, una pasada, además Cristina ya
lo tenía controlado y bajó suelta de manos como en una montaña rusa
interminable.
Ya para terminar el día decidimos
visitar Oberammergau, el pueblo es famosos por los dibujos que hay en las
fachadas de las casas, está bastante curioso y bonito para un paseo, además
tienen una especie de festival religioso muy famoso, eso hace que haya muchas
tiendas con figuritas religiosas incluido adornos Navideños, y eso que es
Agosto!!, aunque esto ya lo he visto en otros sitios.
El Sábado tocaba turismo
convencional, dudamos mucho y al final decidimos ir al palacio de Herrenchiemsee,
en el mapa parecía cerca, pero otra vez obras y atascos, 3 horas tardamos,
menos mal que descartamos Salzburgo o el nido del Águila, porque sino tenemos
que hacer noche en el camino. El plan estaba bien porque el palacio está en una
isla del lago de Chiemsee, un lago precioso, lleno de islitas y barquitos de
vela, otro sitio idílico, y claro el paseo en barco para las niñas era un
aliciente. 8€ i/v por adulto, pero como en el metro de Berlín, tu pagas en
unas taquillas y luego nadie te pide el billete, cada uno que haga lo que
quiera.

Nada más desembarcar en la isla
llegamos a unas taquillas, el palacio sólo se puede visitar con visita guiada,
10-11€ por adulto, bueno ya que estamos. En la taquilla nos dice la mujer que
en 20min empieza una en español y que el palacio está a 20min andando, que
corramos, me paré un segundo a hablar con Marga y me dice a voces desde la
taquilla “please run”, ofu que pesa…así que con un calor del demonio 15min a
paso ligero con Martina a cuesta, pero llegamos, afixiaos pero llegamos.

El palacio es precioso, por fuera
espectacular, unos jardines y unas fuentes increíbles, que dan a unos
embarcaderos donde te das cuenta que estás en una isla, solo por eso merece la
pena. Lo construyó Luis II en el SXIX, el mismo del famoso castillo de Neuschwanstein
y es una imitación de Versalles, estaba obsesionado con Luis XIV, lo que pasa
que se quedó sin dinero y solo decoró 10 de las 40 salas. Las puedes ver todas
y son superrecargadas, muy bonitas, salón de baile, dormitorio, cocina, todo
muy mono hasta que de repente se convierten en habitaciones de ladrillos visto,
algún día se plantearán acabarlo?
Han aprovechado para hacer un
Museo de arte moderno, pero nada del otro mundo. La entrada incluye visita al
museo del Palacio y al monasterio que está junto al embarcadero, pero eso como
que os lo podéis saltar. Comimos en unos bancos con vistas al Palacio y luego
nos fuimos a tomar un helado en un kiosquillo que vimos en la carrera de ida.
Imposible con el calor que hace que alguien no pique, el negocio que tenía aquí
la mujer en medio de la nada. Visita al monasterio y vuelta hacia atrás que nos
quedaba un largo camino hasta la casa.

Nuestro último día completo en
Alemania se lo dedicamos a la montaña, como no podía ser de otra forma, y
volvimos a Garmisch, pero esta vez hacia el este, al pueblo de Mittenwald, que
había visto que existían varios remontes y pensé, aquí habrá buenas rutas. El
pueblo en si es bastante bonito, pueblo bávaro de montaña con sus callecitas
llenas de tienda y bares. Fuimos a la oficina de turismo a informarnos y allí
nos confirmaron que esto era una pasada. Ciento de rutas, de todos los niveles
y caminos por todos lados, incluso uno que unía con las rutas de subida a
Zugspitzer, otro paraíso.

La mujer nos aconsejó hacer unas
gargantas que había a las afuera del pueblo, las gargantas de Leutaschklamm, se
podían hacer con niños y haría fresquito, y allí que nos fuimos. La ruta es
circular y tiene dos partes, la puedes hacer en cualquier sentido, nosotros
empezamos por las pasarelas. Remontas la montaña en unos 500m y a partir de ahí
te metes en la garganta, son casi 2Kms de pasarelas, a muchos metros de altura,
una especie de caminito del rey, superchulo, siempre remontando el río,
encajonados entre dos paredes. A mitad de camino hay un puente que atraviesa al
otro lado de la pared, se puede usar para acortar la ruta, pero nosotros
decidimos seguir hasta el final, hasta que se acabaron las pasarelas. Un sitio
de esos de hacerse muchas fotos.

La vuelta la hicimos por el
bosque que hay junto a la garganta, no es tan espectacular pero también es muy
bonito, además es una especie de parque temático, cada poco hay unos carteles
informativos y una pequeña actividad que es divertida hacer con los niños.
Totalmente un sitio pensado para familia con niños, lo malo es que el día fue
empeorando y a la vuelta nos cayeron dos trombas de agua, la primera nos cogió
en un sitio con una casetilla y la segunda usamos los árboles como paraguas.
Fue bastante grande y estuvimos 15 minutos bajo un árbol pensando que no nos
librábamos, pero al final paró y llegamos al coche sin apenas mojarnos. Como
curiosidad diré que ahora mirando la ruta en internet me he dado cuenta que
trascurre casi toda por Austria.

Paramos a comer en un merendero a
las afueras del pueblo, cerca de donde se cogía un telecabina, me fijé que en
lo alto de la montaña había un refugio y una especie de telescopio gigante, por
lo visto es una zona donde te organizan rutas, visitas, observaciones, un poco
de todo, además está lleno de vías ferratas y si ya quieres rizar el rizo
caminos de subidas con zona de escaladas.
Otro sito para plantearse volver. Para terminar paramos en Garmisch,
en el estadio olímpico, donde está los trampolines de saltos en los que hacen
los famosos saltos de año nuevo, había una feria de la montaña, stands, bares,
actividades, la pena es que a esa hora estaban casi cerrando, pero fue un buen
broche para acabar el día.

En nuestro último día en Alemania
tocaba ir al aeropuerto, pero como el avión salía por la tarde fuimos a ver el
pueblo de Memminger. Otro bonito pueblo alemán, me recuerda el del primer día,
un centro muy limpio, con edificios típicos, casi todo peatonalizado para poder
pasear sin problemas. Tiene una plaza central muy bonita, con edificios muy
majestuosos, no es la de Múnich, pero podía ser su hermana menor. Es muy
agradable tomar un café en una terracita, entrar en alguna tienda, no hay nada
que llame especialmente la atención pero el conjunto es de notable alto.

Y nada más. Ha sido un viaje
fantástico, tenía muchas ganas de venir a Baviera, y ver los pueblos y paisaje,
pero una vez más lo que más me ha gustado ha sido la montaña. Me ha sorprendido
que no siendo la parte más alta de los Alpes haya tantas rutas, tantas
actividades y tanta cultura de montaña en esta zona, sin duda volveremos.
Además creo que las peques lo han pasado bien, han hecho las rutas sin
rechistar, se han portado como unas campeonas, eso me hace pensar que poco a
poco podremos ir subiendo el nivel y hacer unos viajes fantásticos de aventura,
aunque si siguen en esto tarde o temprano ellas me adelantarán porque ellas
irán para adelante y yo para atrás. Pensando en esto me quedo con una frase de
Raymond Messner, empecé subiendo una colina y terminaré subiendo una colina, el
caso es nunca renunciar a lo que te gusta.
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