
Sólo hace siete meses que la pequeña
Martina llegó al mundo y ya estamos metido en nuestra primera gran aventura.
Buscar el sitio fue fácil, una zona cercana (midiéndolo a nuestra escala, 7-8h
de coche como mucho), que no hubiésemos estado y con montaña, mucha montaña. Puebla de Sanabria cumplía perfectamente todos
los requisitos, así que para que buscar más?. El Domingo 28 de agosto pusimos
rumbo al norte, primera parada Salamanca!!.

El viaje bien, si no llega ser
que Cris ha cogido la “costumbre” de vomitar, y la primera vez nos cogió de
sorpresa, así que parada de urgencia en Mérida y limpiado provisional de ropa,
juguetes y sillita, más o menos controlado, a excepción del olor que nos
acompañaría varios días. Saliendo a las 9, a las 3 estábamos comiendo en
nuestro Hotel de las afueras de Salamanca. Por cierto, buen hotel y muy cómodo,
habitaciones muy amplia para los 4, y una piscinita donde pudimos pasar parte
de la tarde, aunque no sé si eso es bueno o malo, porque no sé qué tienen los
niños que se empeñan en bañarse por muy fría que esté el agua y claro yo
detrás.

Tras merendar al solito de la
piscina nos acercamos al centro de Salamanca, no voy a entrar mucho, ya sabemos
que es una ciudad preciosa. Dimos los 4 un paseo muy tranquilo, viendo su casco
antiguo, su bonita biblioteca, su catedral y como no la plaza mayor. Catetada
de tomar una cerveza en la entrada de la plaza a precio de Oro, pero el resto
todo muy bien.

Al día siguiente salimos hacia
Puebla de Sanabria entrando por Portugal para hacer una parada en Braganza.
Portugal nunca decepciona, bonita ciudad, mucha vida en el centro, lleno de
bares, tiendas, etc. Pero sobre todo el espectacular castillo del SXIII muy
bien conservado. El castillo es monumento nacional y tiene un curioso museo de
armas dentro, y eso que a mí no me gusta esos tipos de museos. Pero lo mejor de
todo es el comienzo de un idilio de Cristina con los castillos., ella encantada
castillo arriba, castillo abajo, hasta que llegamos a lo más alto y se empeñó
en subir una escalera casi vertical al tejado. Así que me toco acompañarla, y
aunque pasó bastante miedo bajando, hoy, un mes después sigue presumiendo de
haber estado en lo más alto, justo donde se plantaba la bandera Portuguesa, no
todos los que visitan este castillo podrán decir lo mismo.


Llegamos al pequeño pueblo de
Rozas ya en el parque del Lago de Sanabria a la hora de comer. Pueblo que sería
nuestra base de operaciones de los próximos 7 días. La casa del cura, un bonito
patio rural con apartamentos alrededor en el que estuvimos solos casi toda la
semana, regentado por Transi, y donde tanto ella como Tere fueron muy amables y
atentas con nosotros. La tarde la dedicamos a coger información de la zona y
comprar víveres para toda la semana.

El martes fue nuestro primer día
completo en la zona Sanabria, y decidimos irnos directamente a la ruta más
complicada, de la Laguna de los Peces a 1700mtrs a la de las Yegua y a su
refugio a casi 1900. La ruta es muy bonita, sendero siempre picando hacia
arriba con Martina en el canguro y Cris como una campeona que llegó hasta lo más
alto, el truco está en contarle cuentos todo el tiempo. Arriba parada y fotos,
a Cris le encantó el refugio, quería pasar allí la noche, se me caía la baba
pensando en que pronto la podría llevar a un refugio.


Y en la bajada, la anécdota del
viaje. Yo no veía que estuviésemos en un sendero complicado, había piedras pero
nada del otro mundo. ¿es una imprudencia meter a una niña de 8 meses? Y meterse
embarazada de 8 meses? Pues no sé, al final es un poco de suerte, el caso es
que nos encontramos una chica embarazada de 8 meses que se había caído, torcido
un tobillo y no podía andar. Sola, sin comida ni agua, con un ataque de nervios,
su hermana había bajado a buscar ayuda, así que le dejamos aspirina, comida,
agua y bajamos con las niñas hasta la laguna de los peces que es donde había
más gente. Allí la madre estaba muy preocupada, estaban esperando al
helicóptero, como no me quedaba tranquilo, dejé allí a Marga con las niñas y
volví a subir. La muchacha estaba ya más tranquila (tenía claro que no se ponía
de parto), había llegado la hermana, así que decidí bajar y me perdí la
experiencia de montarme en un helicóptero. El resumen, que a la montaña hay que
tenerle mucho respeto, todos comentemos imprudencias, hasta los más expertos,
pero cuanto más sepas de montaña mejor sabrás medir las consecuencias, luego tu
decides si estás dispuesto a asumirlas.
http://www.abc.es/espana/castilla-leon/abci-equipos-rescate-auxilian-senderista-zamora-201608311158_noticia.html


En fin, que con el retraso
lógico, buscamos un merendero para comer y de ahí a Puebla de Sanabria a pasar
la tarde. Sanabria es uno de esos
pueblos encantadores, con un casco antiguo precios, calles estrechas de piedra,
todo muy bien conservado. Ante todo destaca el castillo, en la parte alta del
pueblo, donde si no. Y Cristina que siguió con su idilio con las castillos.
Recorrió todo el castillo, todas las murallas, nosotros estábamos al borde del
agotamiento y ella que no quería irse. En el folleto que te dan hablaba de la
leyenda de la reina mora, a partir de ahí quería buscar en el castillo a la
reina mora, donde dormía, donde comía, donde hacía caca. Hasta encontramos una
sala con un audiovisual y Cris dijo, anda, aquí es donde ve el cine la reina
mora, habrá visto la película de Dori?? Todo el resto del viaje nos pedía continuamente
que le contásemos la leyenda, que la adaptábamos un poco a los tiempos
modernos, y quería continuamente entrar
en todos los Castillos.


El Miércoles quizá fue el día más
duro de todo el viaje, queríamos visitar la Ribera sacra, más de dos horas de
coche para llegar, con una breve parada en la iglesia de la Virgen de los
Milagros, por lo visto es una de las vírgenes más famosas de Galicia, y va
mucha gente a verla, la prueba era que había un gran mercadillo, con muchos
puestos y atracciones en la puerta, pero si os digo la verdad, bueno para parar
a descansar a tomar un café nos valió, pero poco más que destacar.

La Rivera Sacra, es toda la
rivera del Sil, prácticamente desde que entra en Galicia hasta Orense.
Recorrerla en un día es imposible, son Kms y Kms de carretera revirada, es
simplemente espectacular. Nosotros
enganchamos la carretera cerca de Tejeira y tiramos dirección Oeste, cuando el
Sil se encañona la carretera sube y sube hasta que llega a unos miradores
impresionantes en los que se puede ver los cañones por los que trascurre el
río. Una opción muy buena es recorrer el río en barco, pero a nosotros no
teníamos tanto tiempo, y es que la Ribera Sacra no es para verla en un día, tampoco
pudimos acercarnos a Monforte de Lemos que es la capital de la zona, en fin,
que tenemos pendiente una visita con más tranquilidad.

Nuestra primera parada fue las
plataformas de Mao. Mao es un afluente del Sil, si paras cerca de su
desembocadura, hay una zona de comienzos de senderos, hay muchos para elegir,
pero el más llamativo son unas plataformas que van pegadas al río, y gracias a
las cuales puedes recorrerlo. Es una zona preciosa con mucha vegetación y el
río metido en un cañón del que tenías unas vistas espectaculares desde las
plataformas.

Tras comer en los merenderos,
seguimos hasta Paradas de Sil donde están los Balcones de Madrid, quizás las
mejores vistas de los cañones del Sil, a una altura donde daba miedo asomarse,
bueno más bien que Cristina se asomase, y de ahí al monasterio de Santa
Cristina, que gracia le hizo el nombre a
la peque, para mi de lo mejor del viaje. Es un monasterio casi en ruina, muy
pequeñito del SXII en medio de los
acantilados del Sil, cubierto por una manta de vegetación, es algo para no
perderse. Cristina se empeñó en subir a lo más alto de la torre, no sé ni cómo
me convenció, por una escalera de caracol sin barandilla. Cuando estabas en lo
más alto mirabas por el hueco de la escalera y decías Dios mío, Cristina te
quiero pegada a la pared.

Tras esa sorprendente visita,
fuimos al Monasterio de Santo Estevo, era nuestra visita estrella, Es un gran
monasterio medieval, perfectamente restaurado porque actualmente es parador de
turismo. Tiene dos claustros enormes y precioso y creo que merece la pena tomar
allí al menos un café y recorrerlo tranquilamente, el problema es que empezaba
a hacérsenos tarde, estábamos ya muy cansados, y no hay manera de aparcar
cerca, así que dejamos el coche donde pudimos e hicimos una vista exprés, lo
dicho tengo que volver a la Ribera Sacra.

Teníamos el tiempo justo para
parar en Orense, y es que es de las pocas ciudades que no he visto y no pude
resistirme. No es gran cosa, tiene una catedral chula, y unas calles que más me
gustaron por el ambiente que por que fuesen bonitas en si. Y como no sus
termas, Orense es muy famoso por sus termas, que ya usaban los romanos, no
recorrimos el paseo del rio, ni evidentemente nos bañamos en las muchas
piscinas termales, pero si fuimos a ver las más famosas, la fuente de las
Burgas, el agua salía ardiendo.

Repito, lo que más me gustó fue
el ambiente, y no me pude resistir cuando iba camino del coche a parar a cenar
en uno una calle llena de bares , todos llenos en pleno miércoles, comida
gallega, pulpo, empanada, pimientos del padrón, etc.. comida exquisita, lástima
que tuviese que coger el coche, porque si no era para tomarse una buena botella
de vino y a dormir la mona. Lo dicho Orense, no es espectacular, pero no como
le dije a Marga, no está en mi lista de ciudades más feas que he conocido. Al
final no llegamos hasta casi las doce de la noche.
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