El motivo de este nuevo viaje a
Londres gira en torno a una noria, gira en torno a nuestra forma de entender el
turismo. Preferimos un turismo más de aventura, deportivo, de naturaleza, pero
cuando realizamos este turismo más “convencional”, nuestra filosofía es
tornárnoslo con calma, sin apenas programar nada (fuimos a Londres sin guía,
sin mapa, y sin casi ningún plan). Lo normal es darse una paliza y corre de un
sitio a otro para verlo todo, siempre escuchas, ¿pero cuando vas a volver?. Yo
prefiero decir, si no veo algo ya tengo excusa para volver. Hace unos 10 años
estuvimos en Londres y cuando le contamos el viaje a un amigo nos dijo ¿vistes
la Noria Romana de Riotinto en el British? Ostras ni lo sabíamos, y desde
entonces sabíamos que volveríamos, volveríamos en busca de la Noria.

Lo que no sabíamos es que
seríamos 3 los que viajaríamos, porque ya no dejamos a Cris atrás en nuestras
aventuras, así que los tres pusimos rumbo a Londres. Nuestro hotel, primer
acierto, a las afueras buscando algo más barato descubrimos Westfield, en plena
villa olímpica es el centro comercial más grande de Europa. 2 hoteles, 70
restaurantes, cientos de tiendas de todo tipo abierto los 7 días y comunicado
con el centro de Londres en metro. El viernes tras acomodarnos nos decidimos
por un restaurante Griego, segundo viaje a Londres que no piso un Mcdonnalds,
no es tan difícil, solo hay que buscar un poquito.

El sábado por la mañana fuimos
directo al British, al fin y al cabo era nuestra actividad principal del viaje.
Nada mas entras, gran susto, las alarmas se ponen a sonar para que evacuemos el
museo, la verdad que fue un buen susto, cogí a Cris y salí corriendo, al final
un simulacro, que graciosos estos ingleses. Media horita en la puerta esperando
y de nuevo para dentro. Cris disfrutaba mientras yo le contaba historias sobre
piedras mágicas (Rosetta), historia de caballeros (frisos del Partenón), lo de
las momias me costó mas explicarlo, y al fin en la zona romana la encontramos.
Un cuarto de Noria de madera Romana, que se usaba para evacuar hace 2000 años
el agua de los túneles de las minas de mi pueblo, una auténtica pasada.

Y como un museo es complicado
para una niña de 2 años, tras apenas una hora de visita cogimos un bus hasta
Camden, otro descubrimiento de nuestro viaje anterior. Si es cierto que no se
puede decir que sea un mercadillo autóctono, porque está lleno de miles de
turistas, pero al menos es muy peculiar, cientos de puestos de todo tipo, solo
pasear por sus curiosas calles (antiguas cuadras de caballos) ya merece la
pena. Y como no comer en uno de sus múltiples restaurantes callejeros.

La tarde nos tocó de visita de
monumentos típicos, cogimos un bus hasta el Palacio de Buckingham, fotos
típicas y de ahí dimos un paseíto hasta el Big Ben, fue lo que mas le gustó a
Cris, el paseíto, porque por el camino encontramos un parque donde estuvimos
parado casi una hora mientras Cristina jugaba en un arenero haciendo nuevos
amigos ingleses. Del Big Ben, que por muchas veces que lo haya visto siempre
impresiona, comenzamos el recorrido típico turístico, Downing Street, Trafalgar
y su Nelson y Picadilly. Y para terminar el día Oxford Street y sus tiendas.
Bueno más que sus tiendas su tienda, porque entramos en la famosa tienda de
juguete de Hamleys y no había manera de sacar a Cristina. En la puerta había
una empleada haciendo pompitas de jabón y estuvimos más de 30 min viendo como
Cris no paraba de explotar pompas. Y al hotel que ha sido un día intensísimo y
aún queda viaje.

El domingo empezamos el día
visitando la Torre, es uno de los edificios más emblemáticos de Londres y claro
que merece mucho la pena, pero creo que estos ingleses se cuelan con los
precios. La torre es un castillo en pleno centro de Londres, con casi mil años,
que ha sido sucesivamente remodelado y ampliado. Con una audioguía puedes
recorrer toda la historia de la ciudad, desde los romanos, hay restos de
murallas en el complejo, hasta su ultimas remodelaciones no hace tanto. Sobre
todo la historia de la Torre está asociada a ser una prisión donde encarcelaban
prisioneros muy celebre, los ejecutaban y enterraban aquí.

Está lleno de edificios con
diferentes exposiciones, museo de armas, pero sobre todo están las famosas
joyas de la Corana. Las distintas coronas, cetros, espadas, trompetas, etc.
Cargadísimas de historia y que se han ido usando a lo largo de los últimos 1000
años en la coronaciones y otros importantes acontecimientos de la casa real.
Pero si por algo destaca la torre es por la historia de los cuervos, el día que
desaparezcan de la torre será el fin del reino, por eso siempre tienen una
jaula donde cuidan unos cuantos, y por ser la casa de los Beefeater, la guardia
real más selecta que lleva más de 500 años custodiando la Torre. Parte de su
función es de ser guías y cada hora hacen un recorrido explicando la fortaleza,
eso si en inglés.

Pero si la Torre es uno de los
monumentos más emblemáticos de la ciudad, justo a su lado está el que más,
junto con el Big Ben, the Tower Bridge, el puente de la torre. El puente del
siglo XIX es uno de los símbolos con los que asociamos la ciudad y es a su vez
museo y mirador. Aunque las mejores vistas del puente la tenemos desde la
Torre, merece la pena cruzarlo para ponerse debajo de sus inmensas torres de
65mtrs. Como empezaba a llover decidimos coger un bus hasta la catedral para
estar a resguardo.

Sant Paul ya la visitamos en
nuestro viaje anterior, solo estaba abierta una parte del templo, así que fue
algo rápido. Tras comer y como no paraba de llover decidimos cruzar el puente
del milenio para ir al Tate. El Tate es de esos museos que se te hace bola, hay
que elegir muy bien que ver, no voy a volver a explicar lo que pienso del arte
moderno, pero no está mal aunque solo sea para tomar un café en su última
planta donde tienes unas vista espectaculares de Londres.
Tras el cafelito y como había
dejado de llover volvimos por el puente del Milenio, donde Cris probó lo
peligroso que es correr por el con lluvia, e hicimos una visita al mercado de
smithfild, lo ideal hubiese sido verlo en plena ebullición y no un domingo por
la tarde, pero bueno echamos un buen paseo, y para el hotel. Al día siguiente
el día típico de viaje de vuelta.

A veces es complicado viajar con
niños, pero para mi es importante darle a mi hija la oportunidad de viajar y
conocer nuevos sitios, culturas, etc, se que no es consciente de todos os
sitios que ya ha ido, pero yo si, y me gusta recordar los viajes que hacemos
toda la familia, además sembramos un poco el gusanillo. Y que decir de Londres,
es una ciudad que lo tiene todo, y como la vez anterior se nos han quedado
muchas cosas por hacer, así que una vez más estoy seguro que volvermos.
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