Conforme nos acercábamos a Courmayeur, las nubes se fueron despejando (una buena noticia), aunque la autopista se metía en un continuo de túneles que nos impedían ver el paisaje (y quien quiere ver el Tunel del Mont Blanc, si estos son casi 20Kms seguido de Tunel??), hasta que saliendo del último, me llevé una de las imágenes más impactante que recuerdo, el macizo del Mont Blanc, con las nubes no se podía ver la cumbre, pero las laderas ya eran más que suficientes para dejarte extasiado, para mí es "El día que vi un Glaciar" y de verdad no se puede describir, ver todos esos glaciares bajando la montaña. Además tuve la suerte de cenar y desayunar con vistas a uno de ellos y ver como se rompía un pedazo, es algo que se te queda para toda la vida. Si permaces en silencio, escuchas crujir el hielo a pesar de que lo tienes a varios Kms, mucho más de lo que me esperaba, sólo por esto ya ha merecido la pena venir aquí.
A partir de aquí el camino es espectacular, de apenas un metro de ancho por las crestas de las montañas, con precipicios de cientos de mtrs a tus dos lados y con vistas a todos los valles, una lástima que las nubes no nos dejaran ver las cumbres, creo que hoy tampoco veremos el gigante.
http://www.youtube.com/watch?v=BlgcMBqLCQg&feature=related
http://www.youtube.com/watch?v=-Joh2sCWlyg
Pero hay que seguir, sin miedo pero con respecto. Cresteando con este maravilloso paisaje, pasando por el paso de las Aiguilles de Chavannes, por el Mont Fortin, con su fuerte en ruina a 2.800 mtrs y por último por el Col de Chavannes. De ahí una bajada espectacular en zig-zag hasta el valle.
Lo que tiene dormir en un refugio es que te levantas muy temprano, a las 7 estábamos en planta y a las 8, tras un buen desayuno, poníamos rumbo a nuestra ruta de hoy. La idea era dar una vuelta por los alrededores ya que volvíamos a dormir al mismo refugio, el día está esplendido y detrás de las primeras montañas ya se intuía el piquito, sí hoy conseguiremos ver el Mont Blanc.
Empezamos remontando el río que bajaba del Glaciar para ver cuanto podíamos acercarnos, siempre con cuidado tras ver los derrumbes de hielo del día anterior. Tras casi una hora de marcha, el camino se terminaba, cruzaba al otro lado del río y remontaba por una ladera hasta un refugio que veíamos casi inaccesible (eso lo dejamos para los expertos), así que decidimos continuar caminado sobre piedra, hasta que de repente el río desapareció. ¡Vaya hemos llegado al final...! a menos de 500 mtrs de llegar al hielo del glaciar el río brotaba de debajo de las piedras.
De repente nos dimos cuenta de algo que nos estremeció, el río no salía de las piedras si no de una cueva de hielo, el glaciar no termina donde estábamos viendo el hielo, 500 metros más arriba, sino que estaba bajo nuestros pies. Los continuos derrumbes de piedras de las montañas más baja lo han sepultado bajo un manto de roca y arena, manto sobre el que estábamos ahora. Sí, si te fijabas bien, estábamos sobre una montaña de hielo, había zonas donde se podía ver entre las rocas y se podía ver que dónde estaba resquebrajado. No era para menos, pero nos entró un canguelo considerable y decidimos salir de ahí y remontar el único monte que teníamos al lado por un pedregal que no parecía que fuese parte del glaciar.
Y hasta la cumbre, que en realidad era una cresta preciosa desde donde se podían ver las vistas más espectaculares del valle y desde allí por fin el Mont Blanc en todo su esplendor, otro momento para enmarcar, te quedas mirando con el pensamiento de cumplir un sueño, un sueño difícil pero no imposible, quien sabe, quizás algún día.
http://www.youtube.com/watch?v=3m37NLOzmFo
Bueno que me había quedado en la cresta, y ahora se presentaba el problema de bajar evitando el glaciar, por lo que teníamos que buscar un camino diferente al que habíamos cogiando a la ida. Marga decidió hacer un poco de culing hasta que conseguimos alcanzar el camino que rodeaba las Pirámides Calcareas, de ahí ya todo fue fácil, una preciosa ruta rodeándolas, donde la mayor dificultad fue evitar un nevero en la zona alta. Pero como no la tranquilidad no nos duraría mucho, bajando al valle escuchamos un nuevo desprendimiento de piedras, no fue tan sobrecogedor como en del día anterior, pero parecía estar cerca así que a Marga se le ocurrió decir corre!!. Corriendo toda la ladera abajo, sin saber por donde estaba el desprendimiento hasta que el ruido paró y pudimos respirar tranquilos. Una curiosidad de esta zona es que aquí está la antigua frontera franco-italiana y aún quedan restos de la verja alambrada, lo que tenía que haber sido esto hace un par de décadas!!!.
Una vez en el valle, remontamos por el TMB hasta la frontera con Francia: El col de Seige de casi 2.700 mtrs, donde podíamos volver a ver al gran gigante y la parte francesa del Tour, que quedará para otra visita.
Y ahora vuelta sobre nuestros pasos todo por el valle hasta el refugio donde llegamos tempranito, a eso de las 15 y donde decidimos descansar pasando una tarde tranquila. La pena es que no podíamos estar en la terracita de fuera pues a pesar del sol hacía un frío de narices, no creo que estuviésemos a más de 10º.
http://www.youtube.com/watch?v=dKl_arI7TIE&feature=related
Día 5 de agosto: Regreso a Courmeyeur
Tercer y último día de trecking, amaneció totalmente nublado, pero no llueve, así que lo mejor es empezar cuanto antes a bajar por el valle en busca del lago Miage, camino de nuestro coche. Al salir la primera gran sorpresa, 5 de Agosto y ha nevado!!! Casi nada... estamos a 2.200 mtrs y más o menos a partir de los 2.500 (donde estuvimos ayer y antes de ayer) se veía la capa de nieve, casi nada.
Bajamos rápido y en una hora estábamos en el Lago. Es un capricho, ver un lago glaciar, y me confirmó lo del día anterior, que el Glaciar no termina donde vemos, si no que continua bajo las rocas y escombros, en este caso continúa más de 1Km y termina justo en este lago, donde se puede ver como se rompen los bloques de hielo y se quedan flotando como un iceberg.
De aquí ya casi corriendo al coche, estaba empezando a llover, de hecho, en el último km nos cayó un chaparrón que nos dejó sopa, pero conseguimos llegar y cambiarnos, eran solo las 11 de la mañana.
Como teníamos todo el día decidimos hacer una pequeña visita a Courmayeur, fracaso total, ni un sitio para aparcar en todo el pueblo, se nota la cantidad de gente que viene aquí a empezar el Tour, así que cambiamos de idea y para La Thule.
Este es otro típico pueblo alpino, precioso y además un paraíso de los deportes, esquí, MTB, etc etc, nos dio tiempo de subir (en coche esta vez) el pequeño San Bernardo, menuda subidita de más de 20 Kms. Al día siguiente, su hermano mayor (el Gran Sant Bernard) nos va a matar, la pena es que no pudimos parar en la cumbre, 6º según el coche y lloviendo. Para volver al Valle de Aosta bajamos por el puerto de San Carlos, vaya rampones, que para animarte te va indicando en los 11Kms los % de la pendiente... del 10% casi no bajaba.
A la hora de comer estábamos en Aosta, capital de la región. Aosta se ve ya una ciudad (creo que tiene unos 40 mil habitantes) grande y porque no decirlo... fea, lo único que merece la pena son los restos romanos en su casco antiguo, Arco, Teatro, anfiteatro y sobre todo el foro que ha quedado bajo la catedral y puedes entrar a través de unos subterráneos.
Cenita en un buen restaurante del pueblo de Nus (donde teníamos el hotel) y a la cama que mañana tenemos un día duro de bici, aunque esta noche soñaré con los Alpes, el Mont Blanc y volver al macizo algún día.
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