28 de diciembre de 2013

Viaje a Lisboa y alrededores diciembre 2013.

Por dos veces habíamos pospuesto este viaje, hace un año por un compromiso y esta primavera por mal tiempo, pero como no hay mal que por bien no venga, creo que hemos clavado la fecha de hacerlo, porque Cris ha crecido ya lo suficiente para poder disfrutar como nunca de un viaje tan largo y nosotros de disfrutar de verla tan feliz.



El jueves 5 de diciembre salimos para Lisboa, la ida la hicimos por la carretera del Rosal, había tiempo y preferíamos ir tranquilo por la nacional y de paso hacer una breve parada en el Alentejo  concretamente en Beja. Lo del Alentejo es historia aparte, para mi es una gran desconocida que por suerte lo tengo muy cerquita. Está lleno de pueblos increíbles por los que cada vez que pasó me recuerda que tengo que volver de nuevo. Esta vez toco la parar en Beja a la ida y a la vuelta pasar junto al fantástico castillo de Monsaraz y Mourao. Pero no voy a entrar más en esta zona lo voy a dejar  para un pronto viaje, al menos eso espero.

Llegamos a Lisboa a la hora del cafelito y decidimos hacer una breve parada en el cristo Rei, no lo habíamos visto en nuestra anterior visita y de verdad merece la pena, no la iglesia en si y si me apuráis ni siquiera la  estatua, que si es muy alta y mirarla impresiona, pero lo más espectacular es la vista que tiene de toda Lisboa, el centro, Belem y toda la desembocadura del Tajo. El cristo es una réplica del Cristo del Corcovado de Río de Janeiro. Y hablando de réplicas justo delante teníamos el puente 25 de abril, una réplica del de San Francisco, otra maravilla de Lisboa, verlo desde ahí, desde abajo y atravesarlo, lo que tuvimos la suerte de hacer 2 veces en el viaje.

Desde ahí a nuestro apartamento en Cascais ya sólo había que recorrer la carreterita de la costa. Que pasada de carretera, ya la primera vez que lo hice hace varios años me recordó el juego outrun, donde una pareja con un Ferrari Testarrosa conducía por una carretera serpenteante junto a unos acantilados, y no es sólo paisaje de costa de la desembocadura del Tajo, es también la cantidad de fortalezas, palacios, palacetes, mansiones, faros, castillos, etc etc que se ven en los pocos Kms que van entre Lisboa y Cascais. Para mi esta es la típica carretera para recorrerla con mucha tranquilidad y parar una y otra vez.

Cascais en si otro pueblo que nos sorprendió muy gratamente, pueblo de costa con un casco histórico repleto de callejitas estrechas en medio de las cuales estaba nuestro apartamento, el pueblo totalmente decorado ya para navidad, muy bonito. Pero este no es el pueblo pesquero deprimido, es un pueblo muy turístico, y de gente con dinero, la prueba está en su puerto deportivo y en el castillo fortaleza que tiene al lado, que no es más que uno de sus muchos hoteles de lujo por el que merece darse un paseo.

El viernes tocaba visita a Sintra. Lo de Sintra es difícil de describir, es la Disneylandia del turista, lo mejor es aparcar en el centro y pedir el plano del parque temático, perdón de la ciudad, castillo, palacio, palacete, mansiones. Como en nuestra última visita ya vimos el famosísimo Palacio de Pena, sin duda el más espectacular, y de lo más bonitos que he visto, esta vez toco cambiar un poquito. Pero antes de nuestra primera visita no pudimos resistir la tentación de subir la montaña  del palacio de Pena, e intentar buscar algún sitio para hacer alguna foto bonita. Sólo subir esa carretera ya merece la pena, estrecha subiendo una montaña que parece una auténtica selva, y eso es un problema porque es tan tupida la vegetación, que por mucho que buscamos una perpestiva del palacio los árboles nos la tapaban una y otra vez, eso si disfrutamos de lo lindo del paseo por los múltiples caminos que hay en la montaña, senderos preciosos en medio de el bosque.


No sé si debería de contar esto, nuestro siguiente objetivo era la Quita de la Regadeira, se me ocurrió no hacer caso a la de la oficina de turismo y en vez de aparcar en el pueblo me fui con el coche hasta la fica, efectivamente no había sitio para aparcar, pero mira por donde al entrar en lo que creia que era un Palacio para dar la vuelta resulto ser un hotel, y nos ó pudimos ver otro fantástico edifico, con por cierto la mejores vistas al Atlántico, sino que aparcamos gratis y además, os juro que sin querer, vi la entrada del bar de la Quita y cuando me di cuenta estaba dentro del palacio., ejem, tengo una teoría con respecto a como entrar en los sitios, pero eso mejor no dejarlo por escrito…La Regadeira es otro fantástico Palacio de esta ciudad, pero lo más espectacular de este son los jardines. Tan grandes e impresionantes que sólo pudimos ver una parte, sobre todo destacan los pozos o torres invertidas, que no son más que entradas a unos subterráneos que los comunican entre si, algunos con luz y otros bastante oscuritos, creo que a Cris no le moló mucho esto.


De la Regadeira a la siguiente visita, el monasterio de los capuchos o capuchinos. Es un monasterio de hace 500 años semi derruido, contrasta con la megestuosidad de los palacios de la zona, pero este edificio de piedra en medio de la selva casi comido por la vegetación recuerda los templos perdidos de los mayas o alguno en medio de la selva asiática,  Indiana Jones en el templo perdido. Yo que soy más de historia que de palacios visualmente despampanantes, disfruté muchísimo viéndolo. Y acorde con el templo la carretera que te lleva a Cascais, otra carretera superestrecha de montaña, que bien me lo pasaría yo aquí con mi bici. Tempranito en Cascais lo que nos permitió pasear tranquilamente por este bonito pueblo, no me repito en lo que he contado antes de el, sólo añadir que de casualidad encontramos una zona de acantilados llamado la boca del infierno (quien se dedicará a poner estos nombres?) que merece mucho la pena. Todo genial a excepto el porrazo que se metió la pobre Cris cuando penso en el bar del cafelito que había cristal y no lo había (curioso, alrevés de lo que suele pasar), menos mal que la ventana daba a una terraza y solo cayó en ella pegándose en la barbilla con una viga, heridita y gran susto.


Al día siguiente tocaba visitar la capital. Lisboa es un sitio sorprendente, es una mezcla entre lo antiguo y a veces cutre que resulta en ciertos sentido Portugal, y una curiosa modernidad a la hora de tratar el turismo. Siempre he dicho que me encanta ir a Portugal porque tengo la sensación de retroceder unos años y a la vez sentirme casi como en casa, pero no nos engañemos, en muchos aspectos, sobre todo en el tratamiento del turismo Portugal está mucho más avanzado que nosotros, en fin, no me enrollo mas. Como sólo teníamos un día para ver Lisboa, cosa imposible, nos centramos en algunos sitios en concreto. Empezamos por el centro, por la plaza del Comercio, una impresionante plaza que por un lado se abre al Tajo y el resto está rodeada de edificios majestuosos que se corresponden con ministerios.
Justo atravesando un precioso arco en el lado opuesto al río, del que ahora comentaré algo, entramos en una zona de edificios de época, por llamarlos de algún modo, da la impresión de estar en la zona noble. Es una zona cuadriculada y perfectamente planificada, estamos en la zona comercial donde se mezclan las típicas tiendas que están invadiendo todas la ciudades, Zara, Springfield, etc con las tiendas tradicionales, peculiares en muchos sentidos y que el lo único que le dan a esta zona la sensación de casco antiguo. Y justo al final de esta zona las plazas de Roxio y Figueira, de nuevo rodeada de bonitos edificios y de las que sale un gigantesco bulevar o alameda de jardines que prácticamente atraviesa toda la ciudad. ¿pero donde está la parte antigua y vieja de la ciudad? ¿esa llena de calles estrechas y edificios viejos?
La explicación está en el terremoto de 1755 que arrasó Lisboa, eso hizo que toda esta zona se reconstruyese en el S XIX, promovido por el marqués de Pombal, y ya se hizo de una manera moderna y planificada. Y como colofón la plaza del comercio y ese arco del que os hablé antes que supuso el fin de la reconstrucción de la ciudad. Para ver una zona más antiguas te tienes que ir a las partes altas. Al oeste el famoso barrio alto, que me queda como pendiente. Las laderas son tan inclinadas que hay una serie de ascensores para subirte, el más famoso el de Santa Justa, por cierto el único vertical. Es un ascenso con ya más de 100 años, con un estilo que te recuerda la torre Eiffel, sin duda uno de los edificios más bonitos de la ciudad. Y al este el verdadero barrio antiguo, la colina donde empezó la ciudad. Con el castillo de San Jorge y la Catedral a la que hicimos una breve visita, nada del otro mundo, sin duda no es el gran edifico religioso de Lisboa como ya comentaré más adelante.

Después de tomarnos un vinito en una de las típicas tabernas de la zona antigua pusimos rumbo a Belem. Belem es un barrio de las afueras,  pero con tanto atractivo turístico como el propio centro. La joya de la corona es el monasterio de los Jerónimos. Solo la iglesia es una pasada, nada que ver con la Catedral, y ya si le sumas el Claustro de traca, por cierto 7€ por verlo algo caro para ser Lisboa, pero mereció la pena, no sólo porque es precioso, sino porque creo que a Cris le encantó, se dedico a correr gritando,  alrededor de todas las columnas, ella si que era el centro de atención de los turistas. Eso es sólo una pequeña parte del edificio, el resto, es un museo arqueológico y otras historias que no vimos, solo desde fuera te das cuenta de la dimensión tan impresionante del mismo.

Y da ahí a otra cosa que me quedaba pendiente, tomar un cafelito con el famoso pastel de Belem en la famosa cafetería de Belem, delicious!!!. Para terminar la tarde un paseo por el río, con el monumento a los descubridores a un lado y la Torre de Belem al otro, este último sin duda de los monumentos más bonitos que he visto, un castillo pequeñito pero precioso, me recuerda al de Amberes, más que algo defensivo, parece una mansión de un noble rico a la orilla del río, ver allí una puesta de sol no tiene precios. Y antes de llegar a casa una pequeña parada en Estoril, pero como hacía tanto frío y era de noche, hicimos la visita del médico y decidimos volver al día siguiente, así que por ahora no cuento nada más.

Nuestro último día lo dedicamos a recorrernos la costa dirección norte, podemos decir que es la continuación de la carretera Lisboa-Cascais que comenté al principio, y que al menos en esta parte sigue siendo igual de bonita, llena de pueblos pintorescos, acantilados, fortalezas, castillos, palacios….el planning del día consistía en irme el punto más alejado e ir volviendo, por 2 motivos, primero porque por la mañana hacía mucho frío y así cuando hiciésemos la primera parada esperaba que el sol ya calentase algo y segundo porque me conozco y si lo hubiese hecho alejándome soy capaz de apurar el día y llegar hasta Oporto, lo la consiguiente paliza para la pequeña Cris.

Nuestra primera visita Azenhas do Mar, un bonito pueblo encajado en unos acantilados, el pueblo en si es muy bonito, pero aún mejor es pararte en un mirador que hay antes de llegar y poderlo ver de lejos, te das cuenta de cómo está colgando de unos acantilados, cosa que cuando está por sus estrechas y reviradas calles no puedes apreciar. Nuestra siguiente parada playa de Macas, donde paramos a tomar un cafelito y dar un agradable paseo por la orilla del mar, esta zona se ve más turística, creo que es la playa más cercana Sintra porque hay una carretera que va directa, que por cierto tiene una via paralela por la que circula un tranvía turístico muy curioso, y porque arriba en la montaña podíamos ver el famoso palacio de Pena. Turístico pero con encanto, os puedo asegurar que esto no es Marbella ni mucho menos.

De ahí al famoso cabo de Roca, con su monumento en el que presume de ser el más occidental de la Europa continental, creo que esto ya lo he visto en otro lado, no sé si Finisterre o el cabo San Vicente o en ambos, lo que si es verdad que el sitio es precioso, aquí están los acantilados más altos y merece la pena recorrerse un caminito que va pegado a ellos. Bajando ya de la montaña llegamos a las playas cercanas a Cascais, zona de Surferos y dunas, con su parque natural, con su centro de interpretación, sus pasarelas de maderas, todo muy bien montado. Y sus castillitos defensivos, algunos bien conservados y otro de los que apenas queda un muro en pie. Tras tomarnos un perrito caliente, típico, típico americanoen una rulot ambulante de la playa tocaba nuestro último destino, Estoril.


Estoril sigue teniendo ese are señorial de cuando los reyes y nobles se dedicaban a veranear allí, lleno de mansiones, por cierto bien conservadas, palacetes y sobre todo su castillo en la playa, nosotros nos dedicamos a recorrer todo el paseo marítimo y Cristina más que a recorrer a correr. Y poco más. que al día siguiente volvimos una vez mas recorriendo el Alentejo, llegamos justo para comer en Galaroza, carne de la sierra y a casa a la hora del café. Resumiendo, Lisboa nos ha encantado, ya hemos ido 2 veces y tengo la sensación de que se me han quedado muchas cosas por hacer, pero lo que más nos ha gustado es ver todo lo que la  peque ha disfrutado, lo que le gusta corretear por todos lados, menudo cambio que ha dado desde nuestro último viaje, por eso estoy seguro que algún día volveremos, no hay 2 sin 3, pero para eso queda algún tiempo, antes nos quedan muchos proyectos más inminentes, que entre lo que ya ha ido la peque a Portugal y nuestra próxima visita al Alentejo, espero no posponerla mas, como sigamos yendo allí, alguien va a acabar dedicándole un fado a Cris…Cristina la Portuguesa.